Uno de los episodios más convulsos de la vida de una persona es cuando deja de ser niño y se adentra en el mundo de la adultez. Este periodo es constantemente retratado en las bildungsroman o novelas de formación, en las que el lector sigue las aventuras de, por lo regular, un niño varón en su transición hacia la madurez, como es el caso de Cándido y El guardián entre el centeno.

Estas mismas historias, pero protagonizadas por mujeres, han sido menos analizadas y leídas, por lo que el día de hoy te presentaremos tres libros escritos por mujeres estadounidenses en donde se evidencia el paso de la infancia a la adultez.

¿Qué hay entre la infancia y la adultez?

Para nosotros, es evidente que el proceso de crecimiento es niñez, adolescencia y adultez. Jamás diríamos que un joven de 15 años es un adulto maduro listo para enfrentarse a la vida, pero esto no siempre fue así. De hecho, el concepto de adolescencia es muy reciente.

La adolescencia, como la conocemos hoy en día, fue descrita y estudiada por primera vez en 1904 por el psicólogo y pedagogo estadounidense Stanley Hall. Él se dedicó a buscar las características psicológicas y biológicas que compartían todas las personas entre 12 y 18 años en el mundo, sin importar su cultura. Se dio cuenta de que este periodo estaba caracterizado por una crisis personal, rebeldía, egoísmo, vanidad, depresión, euforia, timidez e idealismo. Fue así como determinó que existe una etapa fisiológica intermedia entre la adultez y la infancia, que es inherente al ser humano y que fue ignorada por mucho tiempo.

En las siguientes tres novelas apreciarás el distinto tratamiento que se le daba a la juventud de las mujeres.

1. Mujercitas

Mujercitas es una novela escrita por Louisa May Alcott y publicada en 1868. Desde su publicación tuvo un gran éxito y lleva más de 150 años siendo un clásico de la literatura norteamericana. La novela se publicó varias décadas antes de que apareciera la idea de adolescencia. Precisamente la historia narra el paso de la infancia a la adultez de Meg, Jo, Beth y Amy, cuatro hermanas que viven con su madre mientras su padre se encuentra en la Guerra Civil estadounidense.

Debido a la falta de dinero, las niñas deben apurarse para madurar y pasar a formar parte del mundo laboral y familiar de una forma mucho más adulta, olvidándose poco a poco de los juegos y de la inocencia de la infancia.

Alcott retrató todas estas situaciones de forma crítica, considerándola atrevida para la época. Las protagonistas son jóvenes obligados a abandonar sus sueños y concentrarse exclusivamente en tener una familia y adquirir obligaciones para las que no estaban preparadas.

2. Estío

Edith Wharton es una de las escritoras norteamericanas más reconocidas, principalmente por su novela La edad de la inocencia. Su literatura está caracterizada por el uso de la ironía y por evidenciar las hipocresías e ignorancia de la clase social alta de Estados Unidos a finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Una de las críticas más puntuales que escribió se encuentra en Estío, una novela relegada y poco conocida desde su publicación porque trata temas escandalosos para su época. El libro narra la historia de Charity Royall, una joven de 17 años que se aburre de su vida en el campo, ya que no tiene permitido estudiar pues lo único que se espera de una mujer de su edad es casarse y tener hijos.

Charity comienza a trabajar en una librería para juntar dinero y poder salir de su ciudad. Ahí conoce a Lucius Harney, un joven de clase alta de quien se enamora lentamente en sus excursiones y con quien vive su primer amor.

La historia del romance refleja las costumbres de la época, la discriminación hacia las clases bajas, el odio contra la mujer y las ideologías machistas. Todo esto es narrado desde la voz de una joven que apenas da forma a su propia cosmovisión y que vive con curiosidad los cambios que experimenta. Wharton hizo hincapié en el despertar sexual de Charity, lo que explica la censura de su época, pero es precisamente el punto más interesante porque explica cómo era concebido el deseo y la sexualidad a principios del siglo XIX.

3. To Kill a Mockingbird

To Kill a Mockingbird es un gran ejemplo para observar cómo la adolescencia ya era tomada en cuenta en la literatura en los años sesenta. La novela, escrita por Harper Lee, fue publicada en 1960 y, a diferencia de las dos anteriores, no narra el paso de la infancia a la adultez, sino la pérdida prematura de la inocencia que da inicio a la atropellada etapa de la adolescencia.

La historia dura tres años y es protagonizada por Scout Finch, una niña de ocho años que vive en un pequeño pueblo de Alabama. Su padre, Atticus Finch, es abogado y funge como su mayor referente moral y ético.

La novela aborda varios temas, oscuros y crudos, como abuso sexual, crímenes de odio, racismo, homicidio y discriminación. Scout se percata de todo lo que la rodea y de los dilemas que vive su padre, así como las atrocidades que comete el pueblo. “Matar a un ruiseñor” es precisamente dar muerte a la inocencia.

Existen muchas novelas de formación que retratan el paso de la infancia a la adultez, pero es en las novelas escritas por mujeres donde encontramos la visión crítica de este ritual de paso. Louisa May Alcott, Edith Wharton y Harper Lee denunciaron los vicios sociales en voz de sus protagonistas.