En resumidas cuentas: no, a Kafka no lo quería su papá. Pero lo que distingue su relación paternal fallida de las del resto del mundo es su impacto en la configuración de una de las figuras de la literatura más influyentes de todo el siglo XX. A través de su literatura y la visión del mundo que esta expresa, la insuficiencia de Kafka para su padre ha adquirido una trascendencia mundial. Por ello, en este artículo te hablaremos sobre el vínculo entre padre e hijo que demostró que tener una relación conflictiva con tu papá puede convertirte en uno de los más grandes escritores de todo un siglo.

Una infancia magullada

La niñez de Kafka estuvo marcada por una profunda sensación de culpabilidad, rechazo y miedo. La severidad en los métodos de enseñanza de su padre, Hermann Kafka, cimentaron la inseguridad que acompañaría al joven escritor por el resto de su vida. En lugar de formar a un hijo fuerte y seguro de sí mismo, la crianza de Hermann infundió la vergüenza como su principal dote paternal.

Franz heredaría de su padre su visión crítica, patética y resignada de sí mismo. Como él mismo lo expresaría en una carta póstuma: “...mi aspecto me parecía lastimoso, y no sólo delante de ti, sino del mundo entero, pues tú eras para mí la medida de todas las cosas”. En otras palabras, las expectativas frustradas del padre fueron siempre el espejo a través del cual Kafka aprendió a contrastarse y valorarse, con resultados fútiles cada vez.

Padres de Kafka en 1913 | Wikimedia Commons

El conflicto paternal en la obra de Kafka

Con el paso de los años, la presión incapacitante que Hermann Kafka ejerció sobre su hijo trascendió los confines del seno familiar para formar parte del estudio de la literatura kafkiana. Y es que en pocos autores como en Kafka la lectura biográfica resulta tan informativa para desentrañar la visión particular del mundo que sostuvieron y que estructuró su producción literaria. Porque Franz es uno de esos escasos escritores en donde vida y obra se funden en un irresoluble abrazo.

Carta al padre es el ejemplo más claro que tenemos de la influencia del contexto biográfico del autor, y particularmente del conflicto paternal, en la escritura de Kafka. En ella, Franz se dirige directamente a su progenitor y se lamenta del rol perjudicial que su actitud autoritaria e insensible tuvo irreparablemente en su percepción de sí mismo. Desdeña sus métodos déspotas de educación que no hicieron más que aumentar su sentimiento de culpabilidad y de angustia perpetua. Con una pluma encolerizada e indignada, Kafka finaliza la carta acusándolo de ver a su propio hijo como un parásito.

La metamorfosis y la tragedia familiar de los Kafka

Con este trasfondo de vida, la novela más popular del autor checo cobra un doble significado arraigado en su propia experiencia familiar. La metamorfosis narra la historia de Gregor Samsa, un comerciante de viaje agobiado por la presión de ser el sostén económico de su familia y la consecuente crisis colectiva que emerge tras despertar convertido en un escarabajo e imposibilitado para trabajar.

Hermann Kafka

La culpa y la vergüenza son dos fuerzas que impulsan el relato y que toman la forma metafórica del insecto. La imposibilidad de proveer para su familia, aunada a su nueva corporalidad que resulta repugnante para los demás, suman al autodesprecio del protagonista y a su progresiva pérdida de humanidad.

La facilidad con la que es desechado y violentado a partir de que pierde el trabajo, sobre todo por el padre del relato, me hace pensar en este fragmento de Carta al Padre: “Mis escritos trataban de ti, pues en ellos sólo me lamentaba de aquello de lo que no podía lamentarme cara a cara”. Gregor se convierte, pues, en el fiel reflejo de la angustiante vivencia de Kafka en su hogar.

Lo kafkiano

Y es que resulta imposible no ver las injerencias biográficas cuando uno de los elementos característicos de aquello que es denominado como lo kafkiano. Aquel distintivo particular del legado estilístico de Franz es la jugada de poderes superiores a uno y la sensación de impotencia y desorientadora que produce quedar a su total merced. Kafka le escribiría a su padre: “yo, el esclavo, vivía bajo unas leyes que sólo habían sido inventadas para mí y que además, sin saber por qué, nunca podía cumplir del todo”. ¿Y no es acaso esa futilidad del esfuerzo, esa obediencia prescriptiva a una lógica tan autoritaria como irracional, la mera esencia de lo kafkiano?

De esta manera, la literatura de Kafka se sobrepone ante el efecto totalizante que tuvo la crianza despiadada de Hermann Kafka sobre su hijo y la transforma en una de las propuestas literarias y filosóficas más interesantes en todo el panorama cultural del siglo XX. La escritura de Franz logra aquello que quizás él como persona jamás pudo: trascender la mirada opresiva y particular del padre y afirmar su propio legado.

Kafka en 1917 | Fuente: Wikimedia Commons

El legado de Kafka

A cien años de la muerte del cucaracho favorito del internet, podemos afirmar que Kafka ha tenido mejor vida de muerto de la que jamás se imaginó cuando mandó a quemar sus manuscritos. Su personalidad introspectiva, sensible y soñadora que se vislumbra a partir de sus escritos personales han posicionado a Kafka como una de las figuras de la literatura más queridas de los últimos años.

A partir de su complicada relación con su padre ha conectado con miles de personas que ven al mismo niño herido por la indiferencia paternal en sus textos. Franz, sin saberlo, se había convertido en el mejor amigo de toda una generación de idealistas empedernidos.

Sin duda la figura de Franz Kafka es una de las más entrañables de todo el panorama intelectual del siglo XX. Su legado filos��fico y literario, aunado a su espíritu nostálgico, tortuoso y emotivo han hecho que el apellido Kafka perdure a lo largo de la historia, muy a pesar de las reservas de su padre.

Si bien la producción literaria de Kafka es sumamente valiosa por su multiplicidad de significados e interpretaciones, la lectura biográfica siempre será un buen punto de partida para aquellos que se ven a sí mismos en ese monstruoso bicho, incomprendido y marginado por su alrededor, empezando por su propia familia.