Lewis Carroll (1832-1898) nos regaló un viaje inolvidable al corazón de la imaginación con Alicia en el País de las Maravillas (1865), una de las obras más entrañables no sólo del autor británico y de la literatura clásica, sino de la cultura popular, ya que ha inspirado innumerables adaptaciones al cine, el teatro y otras expresiones artísticas.

Aunque parece un cuento infantil —y en muchos sentidos lo es—, Alicia en el País de las Maravillas está repleta de simbolismos y referencias que van más allá de su género, y sus personajes son el ejemplo ideal para entender a fondo estos mensajes.

Temas de Alicia en el país de las maravillas

Alicia en el País de las Maravillas aborda temas como la búsqueda de identidad, la importancia de la imaginación, el paso de la infancia a la adultez, y hasta críticas al poder y a la sociedad victoriana, donde el propio Lewis Carroll fue objeto de prejuicios y cuestionamientos en torno a su vida personal.

Al relatar las fascinantes aventuras de Alicia, el autor nos invita a reflexionar sobre la amistad, la valentía y el crecimiento personal, donde los juegos lógicos y el ingenio desafían al lector a pensar más allá de lo evidente para desentrañar el sentido de las cosas.

Con todo un mundo que va más allá de toda lógica y nos sorprende mientras acompañamos a Alicia en su travesía, vamos conociendo una variedad de personajes que han conquistado a chicos y grandes con sus excentricidades, y que también están cargados de significados que se prestan a varios niveles de interpretación.

¿Qué simbolizan los personajes de Alicia?

A continuación, te invitamos a dar un recorrido por algunos de los personajes más icónicos de Alicia en el País de las Maravillas, donde reflexionaremos por qué son tan recordados y qué podrían simbolizar en la obra más aclamada de Lewis Carroll.

1. Alicia

Nuestra protagonista es una niña curiosa y aventurera que cae por una madriguera de conejo hacia un mundo lleno de maravillas que deslumbran hasta a los más creativos. Su valentía, asombro y ocasional frustración la convierten en una guía perfecta para explorar el absurdo del País de las Maravillas.

Alicia simboliza la inocencia y la razón que se enfrentan a un mundo ilógico, lo que podría interpretarse como una representación de la infancia en un universo de adultos. Una de sus frases más memorables la tenemos en su encuentro con la Oruga, cuando le pregunta quién es, a lo que ella responde con cierta extrañeza:

"—Pues verá usted señor... yo... yo no estoy muy segura de quién soy ahora, en este momento; pero al menos sí sé quién 'era' cuando me levanté esta mañana; lo que pasa es que me parece que he sufrido varios cambios desde entonces".

2. El Conejo Blanco

El Conejo Blanco, con su característica exclamación "¡Dios mío! ¡Qué tarde voy a llegar!", es el detonante de la historia. Con su reloj de bolsillo, siempre preocupado por el tiempo, este animalito se nos presenta como una figura de urgencia y ansiedad, atemorizado por la posibilidad de ser ejecutado por la reina.

Podríamos pensar que el Conejo Blanco simboliza las presiones y restricciones del tiempo en el mundo adulto, la prisa que parece dictar el ritmo del día a día, por trabajo y pendientes que siempre hay que atender.

3. El Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo

El Sombrerero y la Liebre comparten protagonismo en el capítulo de "Una merienda de locos", donde se reúnen para tomar el té en una mesa de lo más extraña, con un reloj cubierto de mantequilla que marca los días en lugar de las horas, un Lirón durmiente, tazas por doquier como si hubiera muchos invitados.

El Sombrerero, con su excentricidad, es una figura que desafía las normas del tiempo y de la cordura; su locura, según le cuenta a la propia Alicia, no es sino otra forma de cordura, acaso una más válida que la de los cuerdos. La Liebre de Marzo, por su parte, es caótica e imprevisible, como su solución de cubrir el reloj de mantequilla de la mejor calidad para repararlo. Esta singular pareja parece simbolizar la subversión de las reglas, libre de las ataduras de todo pensamiento convencional.

4. El Gato de Cheshire

El enigmático Gato de Cheshire es uno de los personajes más icónicos de la novela de Lewis Carroll, famoso por su gran sonrisa que permanece incluso cuando su cuerpo desaparece. Este animal actúa como una especie de mentor para Alicia, ofreciéndole consejos que parecen acertijos, desafiándola a pensar por sí misma y cuestionar su realidad, como cuando le advierte que todos están locos en el País de las Maravillas, pues es inevitable que lo estén si se encuentran allí.

5. La Reina de Corazones

La tiránica Reina de Corazones se nos presenta como una mujer siempre furiosa que reparte sentencias de muerte a diestra y siniestra. "¡Que le corten la cabeza!", es lo que dice al mínimo disgusto que le produzca cualquier personaje.

No es difícil pensar que la Reina de Corazones es una parodia de la autoridad absoluta y el abuso del poder. Su carácter caprichoso y violento también se presta para relacionarlo con una actitud infantil, de manera que raya tanto en lo aterrador como en lo absurdo.

6. La Oruga

La Oruga es uno de los personajes más enigmáticos de Alicia en el País de las Maravillas. Con su actitud de calma, siempre rodeada de un humo denso que parece impregnar todo lo dicho de extrañeza, sin duda se trata de uno de los personajes más filosóficos de la historia quien, de manera parecida al Gato de Cheshire, desafía a Alicia a reflexionar sobre su propia identidad.

Además, al tratarse de una oruga, su simbolismo es profundo, pues se trata de un animal que suele asociarse con la metamorfosis y el cambio, el preámbulo del "florecimiento" de la mariposa.

Estos son tan sólo algunos de los personajes más emblemáticos que conocemos en Alicia en el País de las Maravillas, los cuales han quedado grabados en el corazón de generaciones enteras no sólo por su extravagancia, sino por el profundo simbolismo que encierran, retratando distintos aspectos de la naturaleza humana.

Con un pie en lo absurdo, Lewis Carroll creó uno de los universos más entrañables de la literatura, con una fuente llena de sentidos que se pueden interpretar y reinterpretar, que nos invitan a mirarnos en un espejo para cuestionar nuestra propia percepción, y por supuesto, abrazar el poder de la imaginación.