Cuando los bebés nacen, no tienen aún control sobre su cuerpo, poco a poco deben ir familiarizándose con sus músculos y fortaleciéndolos para descubrir todo su potencial. Nuestro deber como padres y madres es darles todas las herramientas posibles para que ellos puedan ejercitar esos músculos. Por ello, hoy te contamos en esta nota todo lo que tienes que saber sobre la motricidad fina y la motricidad gruesa, así como su importancia en el proceso de lecto-escritura y te recomendamos algunas actividades y libros para desarrollar dichas habilidades.

Tipos de motricidad

La motricidad se divide en dos tipos, dependiendo el grupo de músculos que se utilizan para realizar los movimientos. La motricidad gruesa hace uso de los grupos musculares grandes, incluyendo los movimientos de las piernas, brazos, pies o todo el cuerpo, como en las actividades de gatear, nadar, saltar, caminar, trepar, correr, andar en bicicleta, etc.

Por su parte, la motricidad fina, por su parte, se enfoca a movimientos que requieren de cierta precisión y cuidado, siendo acciones que involucran los grupos musculares de los dedos, manos, labios y lengua. El agarre de objetos, hacer gestos, apilar objetos, doblar ropa, usar tenedor y cuchara, cepillarse los dientes, atarse los cordones, recortar, tocar instrumentos musicales, pintar y escribir, son sólo algunos ejemplos de este tipo de motricidad.

Motricidad gruesa

Desde las primeras semanas de vida, los bebés desarrollan su motricidad gruesa comenzando con el movimiento de la cabeza y cuello, para después proseguir con el tronco, las piernas y los brazos. Adquiriendo así, a lo largo de los primeros meses, la capacidad de controlar su postura, mantener el equilibrio de su cabeza e iniciar a gatear y caminar.

Así, por ejemplo, a los 3 meses los bebés conseguirán sostener la cabeza, a los 5 lograrán girar sobre su abdomen, a los 6 podrán mantenerse sentados, a los 9 se sentarán por sí mismos, a los 11 conseguirán pararse apoyándose de algo y entre los 12 y 14 meses comenzarán a dar sus primeros pasos.

Actividades para desarrollar la motricidad gruesa

Cada niño, por supuesto, lleva su propio ritmo, y aunque durante sus primeros años estamos al pendiente y cada avance nos parece sorprendente, es necesario recordar que el desarrollo de la motricidad gruesa alcanzará su pico entre los 7 y 12 años cuando los pequeños perfeccionarán sus habilidades deportivas.

Por ello, es importante reforzar de forma continua sus habilidades. Algunas actividades que podemos realizar para ayudar a nuestros bebés a ejercitar sus músculos son:

  1. Incitarlos a gatear
  2. Bailar
  3. Jugar a caminar sobre una línea
  4. Hacer carretillas
  5. Jugar al bebeleche, avioncito o rayuela
  6. Ejercicios de calistenia
  7. Imitar el movimiento de animales como las ranas, perritos, cangrejos, gorilas, conejos, orugas, etc.
  8. Jugar bolos con una pelota y botellas de plástico pintadas.
  9. Lanzar y atrapar pelotas
  10. Saltar en trampolín
  11. Jugar con arena a cavar y construir castillos
  12. Subir y bajar escaleras
  13. Jugar con globos de agua
  14. Escalar muros con protección adecuada

Motricidad fina

Por su parte, la motricidad fina, como hemos señalado, está a cargo de los músculos pequeños y su desarrollo adecuado implica la destreza manual y coordinación entre lo visual y lo motriz. Su desarrollo comienza durante el primer año de vida, entre los 10 y 12 meses, con el nombrado agarre de rastrillo, hasta desarrollar poco a poco el uso del pulgar a modo de pinza, logrando cada vez movimientos más finos y precisos, los cuales le darán mayor autonomía, independencia y seguridad.

Si bien, al igual que la motricidad gruesa, la motricidad fina se puede perfeccionar a lo largo de toda la vida, es durante la infancia, sobre todo en la etapa escolar y preescolar, cuando se le debe prestar especial importancia. El ir fomentando su desarrollo beneficiará a nuestros pequeños durante la ejecución de los hábitos diarios como cerrar cremalleras, abrochar botones, vestirse, abrir y cerrar frascos, cepillarse los dientes, etc., incrementando así la autoestima de nuestros pequeños al sentirse autosuficientes.

De igual forma, el desarrollo motriz les beneficiará ampliamente a los pequeños al momento de comenzar a adentrarse a los procesos de lecto-escritura. De hecho, ambos procesos, motricidad fina y habilidades de escritura, son inseparables. Cuando hablamos de las actividades más relevantes para el mejoramiento de la motricidad fina es inevitable mencionar los ejercicios de caligrafía y a su vez, cuando abordamos el aprendizaje de habilidades de lecto-escritura observamos que es fundamental reforzar la motricidad.

Relación entre motricidad fina y lecto-escritura

Según el reconocido psicólogo Jean Piaget, la psicomotricidad, es decir, las acciones motrices, está fuertemente vinculada al desarrollo mental y al acceso al conocimiento. Es por medio de los sentidos que los infantes se acercan al mundo y, a su vez, la manipulación de los objetos que los rodean es indispensable para poder hacer uso de dichos sentidos.

Cuando nosotros ejercitamos la motricidad fina en nuestros niños les ayudamos a desarrollar el tono muscular, a tener mejor coordinación y control voluntario de los movimientos, a sincronizar el uso de los dedos, manos, brazos y ojos y a desarrollar su lateralización cerebral, condiciones que le prepararán para adquirir más tarde las habilidades de escritura.

Libros de lecto-escritura para desarrollar la motricidad fina

Por ello es importante ir fomentando en nuestro pequeño actividades como pintar con sus dedos, dibujar, colorear y realizar trazos cada vez más elaborados. Para estos casos son especialmente útiles libros de actividades como Pinta con deditos. Animales y Pinta con deditos. Formas y colores, ambos están diseñados para estimular la coordinación ojo-mano en los niños de preescolar.

También los libros para colorear como Jumbo Masha y el Oso y los libros de Jumbo Onix son una excelente herramienta para los niños que ya comienzan a colorear, además contienen actividades divertidas como laberintos, sopas de letras, crucigramas y juegos de conteo y secuencia.

También otras herramientas imperdibles son la colección Grafomanía y la colección Tareas, papel y tijeras, dado que cada una contiene tres tomos cuyas actividades van aumentando su nivel de complejidad, llevando de forma gradual a los pequeños a reforzar y a mejorar sus destrezas.

En el caso de Grafomanía 1, 2 y 3, nuestros niños lograrán mejorar su coordinación viso-motora al mismo tiempo que incrementarán su vocabulario y su capacidad de formar categorías. La colección guía a los niños a través de la perfección del trazo sencillo recto, curvo y ondulado, hasta la creación de figuras geométricas, vocales y números.

Beneficios de la escritura a nivel neurológico

Escribir a mano no sólo es indispensable como parte fundamental de la alfabetización, sino que conlleva diversos beneficios a nivel neuronal como el incremento de la memoria, reflexión, concentración y creatividad; además ayuda a la fluidez de ideas, mejora nuestra sintaxis y el uso del lenguaje, mejora nuestra ortografía y, sobre todo, nos ayuda a organizar de mejor manera nuestros pensamientos y a procesar nuestras emociones.

Es cierto que con el surgimiento de las tecnologías tanto niños como jóvenes se han familiarizado cada vez más con el uso del celular y tablets, las cuales, al tener integrado el autocorrector, les facilitan la escritura, no obstante, es necesario que como padres no dejemos de lado la práctica de la escritura a mano, pues ésta, como hemos mencionado, provee de diversos beneficios neuronales de los que carece la escritura mediante el uso de teclados.

Así, la escritura manuscrita activa redes neuronales que no se ponen en marcha mediante la mecanografía, pues esta última sólo emplea el área verbal y visual; mientras que usar papel y lápiz requiere, además de estas dos áreas, el área motriz y el área cognitiva.

Debido a todo lo anterior, es necesario fomentar en nuestros niños la práctica de la motricidad fina mediante la escritura, apoyándonos de herramientas prácticas como Grafomanía, libros de caligrafía, así como de libros para colorear, pintar o recortar.

Para finalizar, te recomendamos diversos ejercicios y juegos para ayudarles a nuestros hijos a desarrollar su motricidad fina.

Actividades y libros para desarrollar la motricidad fina

Por último, enlistamos algunas actividades que puedes compartir con tu niño o niña desde casa para desarrollar adecuadamente su motricidad.

Si quieres conocer más sobre el desarrollo infantil, el fomento a la lectura, la crianza positiva y la literatura infantil, no dejes de consultar nuestro blog de paternidad en El Librero.