La segunda parte de Dune ha sido todo un éxito en taquilla. Desde la primera parte lanzada en 2021 se auguraba que sería una de las mejores sagas de ciencia ficción de la historia, y la gran fama de esta entrega sólo lo está corroborando.

La película es una adaptación de Denis Villeneuve de la novela homónima publicada por Frank Herbert en 1965. En su época, el libro también fue un éxito.

Pero esta no es la primera adaptación de un libro de ciencia ficción que hace el cineasta canadiense, pues hace unos años, para ser exactos en 2017, estrenó otro éxito taquillero que incluso ganó algunos premios Oscar: Blade Runner 2049.

La historia es la continuación de la película Blade Runner (1982) de Ridley Scott, inspirada en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick. Precisamente de esta imperdible obra de ciencia ficción hablaremos en esta ocasión, así como el gran valor de las diferentes interpretaciones de sus directores.

Los límites de lo natural y lo artificial

“Adondequiera que vayas, te obligarán a hacer el mal [...]. Esa es la condición básica de la vida, soportar que violen tu identidad. En algún momento, toda criatura viviente debe hacerlo. Es la sombra última, el defecto de la creación, la maldición que se alimenta de toda vida, en todas las regiones del universo”. Esta cita de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Puede dar una buena idea del tono de la novela.

La trama del libro se sitúa en un mundo postapocalíptico donde la Tierra ha sido devastada por una guerra nuclear y gran parte de la población humana ha emigrado a colonias fuera del planeta. Aquellos que se quedan en la Tierra viven en condiciones deplorables.

Para que los seres humanos sean capaces de vivir en otros planetas, han creado robots con inteligencia artificial hechos a su imagen y semejanza, pero que no son capaces de experimentar sentimientos ni sueños. Algunos de estos androides, de la clase Nexus 6, huyen hacia la Tierra.

Aquí es cuando entra el protagonista, Rick Deckard, un cazador de androides (o blade runner), que está encargado de eliminar a un grupo de robots rebeldes que se han infiltrado entre la población de San Francisco.

A lo largo de la trama surgen preguntas sobre el límite entre lo natural y lo artificial, las consecuencias ambientales del actuar de las personas, qué es lo que nos vuelve humanos, la desensibilización y la imposibilidad de distinguir la realidad de la ficción. Mientras que algunos androides han logrado desarrollar sentimientos por sus pares y aspiraciones por vivir en libertad, los seres humanos tienen que utilizar el “Órgano de Ánimos Penfield”, un aparato que los ayuda a sentir emociones.

Estos temas también atormentaban a Philip K. Dick en su vida cotidiana y sus obras no son más que sus propias dudas y preocupaciones en ambientes catastróficos a los que creía que la humanidad llegaríamos. De acuerdo con J. M. Sadurní en su artículo “Philip K. Dick, la excéntrica vida del escritor que inventó el universo de Blade Runner”, la vida del autor estuvo llena de brotes psicóticos, manipulaciones, escepticismo rotundo hacia la realidad, drogas, locura e incluso ideas de ser un profeta elegido por Dios.

La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo

La primera adaptación al cine de la novela de Philip K. Dick estuvo a cargo de Ridley Scott y protagonizada por Harrison Ford. Se trata de una adaptación libre, por lo que está ubicada en el universo y contextos planteados por K. Dick, pero tiene diferencias en los personajes y líneas argumentales.

En este caso, seguimos también la historia del blade runner Deckard, a quien se le encarga “retirar” a un grupo de androides rebeldes que llegaron a la Tierra y quieren acabar con el imperio de la Corporación Tyrell, su creador. En el camino, el protagonista reflexiona sobre el vacío que siente al acabar con los androides, su deseo de jubilarse y el amor que siente por la androide Rachel (esto es importante para la siguiente película).

Uno de los mayores logros de Scott fue crear la atmósfera perfecta de un futuro posguerra, acosado por la tecnología rezumante en contraparte con la pobreza, la inseguridad y la decadencia de todos los habitantes. Incluso los sectores más privilegiados están marcados por el desorden, el atiborramiento y la suciedad.

Blade Runner 2049: más humanos que los humanos

Dicen que las segundas partes no son buenas, pero Blade Runner (y El Padrino y Shrek) existen para contradecir esto. Varias décadas después, Denis Villeneuve se atrevió a hacer lo impensable: darle continuidad a una historia de culto sin ser retirado en el intento. El resultado, sobra decirlo, fue más que maravilloso, creando sus propios vasos comunicantes con la novela y dándole continuidad y reinterpretación a la obra de Ridley Scott.

Ahora nos encontramos treinta años después de la misión original de Deckard, con otro protagonista, el androide K. (Ryan Gosling) en un mundo igual de decadente que el anterior, pero donde los androides han dejado de ser ilegales en la Tierra para dar lugar a robots “buenos” (obedientes).

Sin embargo, el descubrimiento del esqueleto de una androide que fue capaz de dar a luz pone de cabeza tanto al gobierno como a la nueva corporación encargada de crear androides: el primero quiere ocultar ese descubrimiento que acabaría con la separación de los dos mundos; mientras la segunda busca reproducir androides para volverse “más humanos que los humanos”. Aquí el amor entre Rachel y Deckard se mantiene con vida sin importar el paso de los años.

Philip K. Dick, Ridley Scott y Denis Villeneuve crearon una trilogía ciberpunk legendaria. Ninguna de las películas son reinterpretaciones de la novela, ni ésta puede ser utilizada como ejemplo de “el libro siempre es mejor que la película”. En realidad, para tener la experiencia completa, es necesario que existan las tres.

El mundo de los androides, el futuro apocalíptico y la tecnología en su máxima expresión son vistas desde los ojos de tres artistas distintos. Después de producir una verdadera obra de arte, no cabe duda de por qué a Denis Villeneuve le encomendaron la tarea de crear otro universo de ciencia ficción tan fascinante como el planeta Arrakis en Dune.