Alexandre Dumas fue un prolífico autor francés del siglo XIX, alrededor de quien se mantiene una controversia sobre el empleo de ghostwriters y la autoría de sus obras más famosas. Alejandro Dumas padre vivió de 1802 a 1870 y publicó más de 300 títulos literarios. Es uno de los autores más leídos y reconocidos en todo el mundo. Entre sus novelas más famosas están El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros, ambas novelas, publicadas por entregas, representaron un gran éxito para el escritor. 

Por si no conocías a Alexandre Dumas. 

Llama la atención la cantidad de títulos que publicó bajo su firma: novelas de todos los géneros, cuentos, obras de teatro y artículos varios. Su obra no ha estado libre de polémica.  Más de un testigo de la época señaló que Dumas padre empleó a una gran cantidad de ghostwriters que completaban, rellenaban o escribían sus textos. 

Los ghostwriters o “negros literarios” 

Ghostwriter es un término utilizado en los países anglosajones para designar a los escritores de oficio que trabajan para otros de mayor renombre. Escriben libros completos, pero los firma otro autor. Al español pasó como un calco: escritor fantasma, término que gana popularidad frente al otro.     Por otra parte, "negro literario" (écrivain noir) es una nomenclatura acuñada en Francia. La utilizó por primera vez el crítico Eugène de Mirecourt para señalar a los escritores que Dumas subempleaba. Luego se tradujo al español y comenzó a utilizarse en los países hispanohablantes.  Los escritores fantasma tienen lugar en toda clase de ámbitos: escriben cuentos, novelas, ensayos de todo tipo, artículos de opinión, biografías, discursos políticos o artículos para blogs en internet. 

La existencia histórica de los ghostwriters 

Escritores poco reconocidos (y algunos de amplia trayectoria, pero pocos ingresos) tienen y han tenido como forma de vida este tipo de encargos, siempre bajo la consigna de no firmar su trabajo.  La práctica de crear una obra, parcial o totalmente, también es recurrente en otras disciplinas. Se sabe que talleres de escultura durante el Renacimiento estaban llenos de trabajadores que no se llevaban crédito.  Muchos son los escritores renombrados sobre los que recaen sospechas de realizar este tipo de prácticas. Ya sea por investigaciones que hallaron parecidos en estilos de uno u otro escritor, como el caso de Shakespeare, del que se dice que Christopher Marlowe era su “negro literario”; o por dichos del escritor subcontratado, como el caso del escritor español Alejandro Sawa, quien aseguraba haber escrito una serie de artículos para Rubén Darío –y quien ni siquiera pagó por el trabajo.  También están los sospechosos por la cantidad de textos publicados, pero sin pruebas. Autores tan distintos y en diferentes épocas como Isaac Asimov, Lope de Vega, Molière o Stephen King han recibido este tipo de señalamientos. La lista es interminable.  Y en una categoría especial se encuentra Alexandre Dumas. 

¿Dumas es el autor de El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros? 

No hay discusión sobre si Dumas empleó escritores fantasma para mantener un ritmo incesante de publicaciones o no. Su nivel de producción era, prácticamente, industrial. Se da por hecho que en un taller reunía a varios “colaboradores” que escribían diariamente para cada una de las entregas de sus novelas. Llegó a tener hasta 73 ghostwriters al mismo tiempo.  En cambio, la polémica es sobre si la autoría de novelas como El conde de Montecristo o Los tres mosqueteros debería atribuírsele por completo. La respuesta a la pregunta inicial es sí. Es el único autor reconocido oficialmente de ambos clásicos de la literatura. Aunque en su momento, uno de sus ghostwriters puso en entredicho el crédito de sus novelas. 

Consíguelas aquí. 

Auguste Maquet, el más destacado de sus escritores, investigaba y escribía borradores que luego Dumas corregía y editaba. Aunque las novelas sólo aparecían bajo la firma de este último.  Esta sociedad llegó a su fin en 1858. Maquet demandó a Dumas la autoría de las obras en las que participó. Los tribunales franceses resolvieron que el escritor mulato debía compensar económicamente a su empleado, pero conservó los derechos sobre la totalidad de los textos.  Auguste Maquet recibió una importante suma que le permitió vivir holgadamente, pero las novelas que publicó bajo su propia rúbrica no tuvieron, ni remotamente, el éxito de las firmadas por Dumas, quien enfrentó problemas financieros hasta el final de sus días.  La literatura está plagada de sospechas de ghostwriters, son secretos a voces que nadie acepta, pero tampoco niega. La literatura es un arte egoísta, sólo admite un autor, pero ¿una persona es suficiente para crear una obra literaria? Cualquiera diría que sí. Aunque no descartemos todas las posibilidades. Si el cine es un arte colaborativo, que necesita y admite más de un par de manos para su creación, ¿por qué una novela no tiene permitido esto?  No obstante, más allá de la polémica, la obra de Dumas –o al menos la que tiene su firma– influyó en la literatura posterior y en otros géneros narrativos. Si te ha parecido interesante, no dejes de leer sus dos novelas más exitosas y el resto de su obra.