Si bien Farabeuf es un libro que exige concentración total para su lectura, despierta fascinación en cualquier lector que va más allá de las primeras páginas. 

Farabeuf: la novela caleidoscopio 

La interpretación de este libro es un caleidoscopio en sí: temas como la tortura y el placer, la repetición de un instante y la inspiración cinematográfica componen este artefacto literario.  En un ejercicio infinito, el autor describe una y otra vez la misma escena: el doctor Farabeuf llega a una casa para ejecutar un acto de tortura asistido por una enfermera monja. La víctima es una mujer, quien se somete voluntariamente a la “muerte de los mil cortes” o Leng T'ché, una antigua técnica de tortura china destinada a los condenados especiales. 

Librero_Salvador Elizondo_LarousseSalvador Elizondo. Fuente de imagen: Excélsior. 

Este fugaz instante capturado en una imagen es descrita desde diferentes perspectivas y enfoques. El maletín del doctor, los instrumentos quirúrgicos, el tintineo de tres monedas al caer, un recuerdo en la playa o una fotografía son elementos que se mueven dentro de ese instante eternizado. 

La tortura y el éxtasis 

La mujer ha llegado voluntariamente a esa habitación, impulsada por el amor y la promesa de obtener un placer inigualable después de completar el acto de tortura y justo antes de morir.  En la narración encontramos también una fascinante fotografía. La imagen de una persona –de la que no se distingue el sexo– se encuentra sujeta a una estructura que sirve como patíbulo en una plaza pública. Un experto ha desmembrado su cuerpo parte por parte torturándolo poco a poco hasta llegar al punto de éxtasis instantes antes de morir. Es el ya mencionado I Ching. 

Librero_Liu_Farabeuf_LarousseEn la novela se juega con la imagen del torturado y el ideograma de seis en chino. Fuente de imagen: Periferia. 

Farabeuf recorre la frontera entre el dolor y el placer. Separados por una delgada línea, el placer llega sólo después de un lento suplicio. El ritual infinito descrito en el libro tiene como fin el éxtasis.  

La escritura y el tiempo en Farabeuf

Salvador Elizondo se inspiró en autores como Proust, Joyce o Woolf para crear una obra en la que el tiempo está suspendido o, mejor dicho, capturado en una imagen.  El ejercicio narrativo también es un juego con el tiempo. Cientos de hojas pueden narrar cien años, 24 horas o tan solo un instante fugaz. La escritura de Farabeuf busca agotar ese instante en infinidad de perspectivas únicas e irrepetibles, aunque el libro no es tan ambicioso. 

Librero_Farabeuf_Instante_LarousseLlévate esta magistral obra de la literatura mexicana aquí. 

El tiempo es un instante, toda la novela transcurre en un momento cuyo único vestigio es la memoria. Sucede y al siguiente instante está perdido, sólo queda el recuerdo del tintineo de las monedas, de la fotografía o las evocaciones de la playa.  El desmembramiento de los mil cortes es una analogía de la propia obra que fragmenta un instante en cientos de descripciones. 

Capturar un instante 

El autor concibió Farabeuf como un guion de cine, aunque después lo adaptó a su versión final. A partir de aquí podemos comprender el intento por imitar la técnica del montaje cinematográfico. Específicamente, se inspiró en la teoría de Eisenstein. La novela también es una suerte de adaptación de la imagen a la escritura.  Este instante capturado en una fotografía exige un espectador. Así, para completar la novela, el lector se involucra. Como una suerte de voyeur, observa infinitamente al doctor Farabeuf entrar a la casa con sus instrumentos dispuesto a iniciar el rito quirúrgico sexual. Un voyerista fascinado por la fotografía de un tormento chino y el ritual que se repite en cada página. 

Librero_Elizondo_Apocalypsis 1900_LarousseHe aquí una fotografía de cuando Elizondo dirigió su única película: Apocalypse 1900. Fuente de imagen: Literal Magazine. 

La fotografía de ese instante eterno es un ritual erótico al que el lector está obligado a construir mentalmente tantas veces como la extensión del libro lo exige. Entonces, el lector-voyeur también debe soportar el suplicio de la repetición.  En rigor, Farabeuf no cuenta nada, no sucede nada, ni siquiera transcurre el tiempo. A pesar de esto, resulta fascinante (y hasta hipnótico) su lectura fractal. Definitivamente, su lectura representa un reto para cualquier lector, sin embargo, al final, siempre encontrará el placer que toda obra literaria otorga. 

Ficha técnica 

Autor: Salvador Elizondo; Título: Farabeuf o la crónica de un instante; Formato: Pasta blanda; Editorial: Cátedra; Colección: Letras Hispánicas; Año edición: 1995.