Para nadie es sorpresa que dentro de los planes de estudio de bachillerato en México nos dejan leer —para la materia de Filosofía— a Friedrich Nietzsche (1844-1900), aunque no tengamos ni remota idea de quién fue Zaratustra, de qué se habla cuando se habla de “más allá del bien y del mal” o qué significa “apolíneo y dionisiaco”.

Para nadie es sorpresa, pero cuando comenzamos a leer a Nietzsche caemos en la estupefacción primero, y luego en la arrogancia de considerar que estamos aprendiendo filosofía de la mejor manera posible. No obstante, es un craso error. Por ello, si lo que quieres es encontrar una manera más amable y coherente de empezar a leer a Nietzsche desde que escuchaste la famosa sentencia: “Dios ha muerto”, esta guía de lectura te ayudará a hacerlo.

1. Los albores: El nacimiento de la tragedia

La formación de Nietzsche fue principalmente filológica antes de ser reconocido como uno de los más importantes filósofos de finales de siglo XIX. Resultado de su trabajo en filología clásica es El nacimiento de la tragedia, un estudio encargado de explicar principios fundamentales del destino humano en relación con el mundo como, por ejemplo, el binomio vida/muerte con el de creación/destrucción.

La portada de un libro titulado "Nietzsche El nacimiento de la tragedia".

2. El giro hacia la filosofía

Una vez que hayas pasado por El nacimiento de la tragedia, y si eres una persona ñoña, los textos que componen el periodo de transición de Nietzsche podrían interesarte, ya que se ocupan de diversos temas pero que conducen a una preocupación guía de su pensamiento: ¿qué nos puede enseñar la Grecia Antigua para revitalizar la modernidad más allá de las aulas? Estos temas son:

Cuatro libros de filosofía de Friedrich Nietzsche con portadas predominantemente amarillas y azules claras, presentando retratos de Nietzsche y títulos como "La filosofía en la época trágica de los griegos" y "Sobre verdad y mentira".

3. La madurez intelectual de Nietzsche

Tal vez no lo sepas pero Nietzsche tenía un amigo: Richard Wagner, uno de los compositores y renovadores de la ópera y la música de cámara del siglo XIX. Por la fama de éste, se había compuesto un “círculo” en torno a él llamado Bayreuth. Nietzsche formaba parte de esta cofradía que admiraba la maestría de Wagner, quien reconoció siempre en Friedrich a un genio precoz como él mas en el ámbito de la palabra.

Cuando ambos rompieron relación debido a sus divergencias por la ignorancia del oficio del otro, Nietzsche se embarcó en el que se le conoce como su periodo de madurez, del cual provienen casi todas las obras de las que popularmente conocemos su nombre:

En todo este periodo entramos en diversas formas de abordar las consabidas ideas del “superhombre”, de la “voluntad de poder”, de la “muerte de Dios” y del “eterno retorno”.

Mi recomendación es, cuando comiences a leerlos, que te apoyes de las ediciones comentadas de Tecnos y Cátedra, o bien de un comentarista como Hollingdale, quien desmenuza dichos conceptos para ayudarte a entenderlos mejor en su contexto y dentro de la filosofía nietzscheana, puesto que se han prestado a interpretaciones extremistas muchas veces (la del “superhombre”, p. ej., durante el Tercer Reich).

Cinco portadas de libros de Nietzsche: "Más allá del bien y del mal," "Así habló Zaratustra," "Crepúsculo de los ídolos," y "La genealogía de la moral".

4. El Nietzsche tardío

La última etapa de la filosofía de Friedrich se vio influida por su neurosífilis, la cual le costó algunas cuestiones cognitivas que, si bien no entorpecieron la lucidez de sus escritos, dio otro giro que lo volcó sobre sí como autor. Estas obras que expresan su megalomanía son:

Mi sugerencia para la lectura de estos últimos trabajos de Nietzsche es tenerles paciencia, ya que pueden ser repetitivos y desgastantes a lo largo de su lectura. No obstante, ofrecen otra manera de explorar y entender la forma en como el propio autor concebía su trabajo en el mundo.

Tres libros de Nietzsche: "El Anticristo" con una cruz roja, "Humano, demasiado humano" de color salmón y "Ecce Homo".

Por último, recuerda que los textos filosóficos existen para leerse y releerse, comentarse y reflexionarse. Por nadie deberías sentir presión para leer a Nietzsche, ni a ningún autor o autora, menos aún preocuparte por demostrar a otros que lo has entendido al leerlo.

Como diría el propio Nietzsche en Conferencias sobre el futuro de nuestros centros educativos:

Este libro está destinado a lectores tranquilos, a hombres que todavía no han sido arrastrados por la vertiginosa prisa de nuestra era […] Un hombre así no ha olvidado pensar mientras lee, todavía comprende el secreto de leer entre líneas, más aún, es de una naturaleza tan pródiga que reflexiona incluso sobre lo leído, quizás mucho tiempo después de haber dejado el libro. Y, sin duda, no para escribir una reseña u otro libro, sino simplemente ¡por reflexionar! (p. 26)