¿Cuál es la cura para un corazón roto? Esta pregunta, explorada por Ann Napolitano en su segunda novela, Hola, Preciosa, ha sido una que le ha quitado el sueño a filósofos y poetas por igual.

Luego del éxito de su debut, Un lugar en el cielo (obra que es, de hecho, una de mis novelas favoritas de todos los tiempos y que en el 2023 fue adaptada a una serie de televisión por la plataforma Apple TV+), Ann Napolitano vuelve a deleitarnos con una historia sobre las heridas que no podemos ver y la complicadísima pero hermosa manera en la que las personas nos relacionamos los unos con los otros.

¿De qué trata Hola, preciosa?

Una obra que en partes iguales está inspirada y moderniza el clásico de Louisa May Alcott, Mujercitas. Hola, Preciosa nos presenta a las hermanas Padavano, cuatro jovencitas de clase media-baja, bellas, audaces y de una voluntad indomable, quienes viven junto con sus padres en la ciudad de Chicago, Illinois.

Inicia en la década de 1970, cuando las niñas conocen al joven William Waters (un alma perdida quien no tiene la fortuna de ser parte de un núcleo familiar como el que tienen las chicas), la novela va siguiendo las vidas de estas hasta su adultez, entregando a sus lectores un magistral análisis sobre lo imprescindibles que son los lazos familiares.

Así como Beth, Jo, Amy y Meg, las hermanas Padavano existen como una entidad única, compuesta de cuatro mujercitas quienes comparten un solo corazón. Este lo conforman Julia, Sylvie, Cecelia y Emeline. El quinto miembro de este grupo, el Laurie de su Jo, por así decirlo, y a través de quien conocemos a las hermanas por primera ocasión, se trata de William.

A este muchacho lo conocemos como no más que un joven con un hueco en el alma. Hijo de padres ricos, quienes no tienen espacio en su agenda ni en sus corazones para mostrarle el afecto que él tanto añora, William sueña con volverse un jugador de basquetbol profesional. Tiene el talento, la dedicación e incluso las cualidades físicas adecuadas para volverse una promesa del deporte.

Sin embargo, su carrera, como la de muchos otros, es interrumpida por una lesión que le impide hacer uso completo de sus habilidades. Sin más opción que resignarse a la vida doméstica, William pone sus sueños a un lado para iniciar una familia con Julia. Es entonces que seguimos los planes que la vida tiene para las hermanas Padavano, los diferentes desafíos que ésta les presenta, los cuales tendrán que enfrentar como una unidad, al mismo tiempo que descubren quienes son individualmente.

La importancia de la hermandad

Escasas obras literarias a lo largo de los siglos han mostrado una unidad familiar tan fuerte como la que Louisa May Alcott nos muestra en Mujercitas. Con las hermanas March, Alcott provee una representación positiva de lazos de hermandad, tan poco común en las historias que contamos, tanto en ese entonces como hoy en día. Esta misma es recreada por Ann Napolitano en su novela, espolvoreada con las dinámicas culturales de una familia italo-americana que, sin duda, salieron directamente de la vida de su autora.

La familia es una cosa curiosa. Es el espinazo de la sociedad. El combustible que mantiene el mundo andando. El común denominador que comparte toda persona, sin importar su nacionalidad, color de piel, género, etc. Nuestros padres son nuestras primeras interacciones, los encargados de mostrarnos el mundo y cómo este funciona.

Sin embargo, hablando por experiencia propia, son nuestros hermanos quienes marcan una significativa diferencia en la forma en la que interactuamos con el mundo. Son nuestros primeros mejores amigos y enemigos mortales. Los únicos quienes vivieron las mismas batallas domésticas que nosotros mientras crecíamos.

Con una pluma feroz, una emotividad inigualable y las perspicaces reflexiones sobre la vida, que son ya una marca distintiva de esta talentosa escritora, este nuevo libro marca un regreso explosivo para Ann, quien nos deja esperando con ansias su próximo proyecto.