El mar es un símbolo y tema común en todas las literaturas; también en el arte y toda la cultura en general. Posee muchos significados y atributos. En este artículo veremos la importancia que tiene para distintos autores. Hogar de misterios, peligros y aventuras, la mar siempre ha fascinado a quien lo contempla. Su importancia radica en el papel que ha desempeñado en todas las civilizaciones: como fuente de alimentos, ruta comercial y escenario de conflictos bélicos. Muchas civilizaciones florecieron junto a un gran mar.

El mar en los inicios de la literatura

Desde la Antigüedad, el mar inspiró la imaginación de poetas y aventureros. Homero fue el primer poeta recordado que le cantó al mar, laIlíada y, sobre todo, la Odisea dan cuenta de los misterios y peligros de la inmensa masa de agua, también del estrecho vínculo de los humanos con ésta (Ulises navegó durante 20 años). Muchos otros héroes griegos practicaron la navegación (Perseo y Hércules viajan en barco para cumplir con sus tareas). Otras tantas gestas heroicas se desarrollaron en el mar que luego sirvieron como inspiración para los poetas. El Mediterráneo fue lugar de comercio, guerra y aventuras durante cientos de años. Y como inspiración de canciones y relatos. Luego, durante la colonización de América y África y la exploración de nuevas rutas comerciales, surgieron nuevos relatos vinculados al mar y los misterios que aguardaba.

La piratería y el mar

Las nuevas rutas mercantiles y la extracción de riquezas en otros continentes pronto dieron lugar al saqueo de embarcaciones. La piratería convirtió al mar en fuente de tesoros y desgracias, era el hogar de aventureros apátridas. Al menos ésta es la idea que inspiró a los autores del siglo XIX, quienes idealizaron el mar y a los navegantes. Impulsados por el romanticismo, los piratas se convirtieron en el tema perfecto. Ejemplo de esto es la Canción del pirata, de José de Espronceda. Emilio Salgari y sus libros de piratería (Los piratas de Malasia, El corsario negro, El rey del mar, entre muchos otros) representan a aquellos audaces y despiadados aventureros que viven y mueren en el mar. No tienen otro hogar más que el océano, donde buscan riqueza, pero es igual de probable hallar la desgracia. Aunque los tiempos de piratería han quedado atrás, aún persisten en el imaginario occidental. Todavía se escriben libros y producen series y películas sobre piratas y saqueadores. No es gratuita la vigencia del manga One Piece o la gran cantidad de series y películas que se producen año con año, desde Piratas del caribe hasta Vikingos, todos hablan de saqueadores a bordo de naves marítimas.

Los libros de aventuras

Si bien muchos escritores de aventuras usaron, sobre todo, su imaginación, otros pocos relataron sus propias vivencias y un poco más, por ejemplo, Josep Conrad. Conrad vivió vinculado a la mar. Como aventurero, se embarcó en expediciones marítimas hacia África, que luego sirvieron como inspiración para sus libros. En su libro más célebre, El corazón de las tinieblas, narra las vicisitudes de su viaje en barco y la posterior incursión a la selva africana. Para Conrad, el agua es un espejo que refleja la condición humana. En la mar y en los ríos, los seres humanos desatan las pasiones, la violencia y la locura. En cambio, Julio Verne reconoce la mar como un lugar basto e insondable. En 20 mil leguas de viaje submarino, el Capitán Nemo, un pirata sin nación ni bandera, recorre el mar a placer. Ha decidido aislarse del mundo y se adentra en las profundidades de los océanos. Sólo en el mar puede encontrarse en verdadera soledad.

La literatura y el naufragio

El mar es un lugar funesto que revela la verdadera naturaleza del hombre. Castiga y pone a prueba a los navegantes. En Robinson Crusoe, Daniel Defoe advierte al mar como una divinidad que emite una sentencia y un castigo. Condenado a vivir en soledad en una isla desierta, el único sobreviviente del naufragio debe mantenerse con vida sin más recursos que sus conocimientos y habilidades. El mar también purifica. De esta manera, el náufrago se ha librado de toda arrogancia y su vida es la recompensa.

La naturaleza y el hombre

Además, el mar representa el conflicto eterno del hombre frente a la naturaleza. Un ser que es el centro del universo, pero que es ínfimo en realidad. La soberbia de los navegantes pronto se ve reducida a nada frente los peligros del mar. Un iceberg, una tormenta o un monstruo ultramarino acaban con cualquier embarcación. En Moby Dick, el capitán Ahab está obsesionado con vengarse de un monstruo albino. Para ello se embarca en un ballenero con un rumbo fatal. Al final, no hay juicio humano ni desenlaces morales, sólo la acción de la naturaleza. En su lucha contra el mar, el ser humano nunca vence, pero sobrevive. De nuevo, la recompensa es su propia vida.