Virginia Woolf insertó muchas ideas revolucionarias en sus personajes y ya en Una habitación propia, profundizó de una manera más directa en las condiciones de las mujeres de su tiempo. Pero hubo un personaje femenino que, además de su fuerza narrativa, reflejó como ningún otro lo que significaba ser mujer en las primeras décadas del siglo XX, la señora Dalloway.

Clarissa Dalloway, con su aparente fragilidad y su profunda complejidad, refleja las tensiones y transformaciones que definieron el papel de la mujer en una época de cambios radicales. Este artículo explorará cómo Clarissa, protagonista del libro La señora Dalloway, encarna las contradicciones y desafíos que enfrentaron las mujeres en el contexto histórico y social de la época, y cómo su figura tiene impacto aún en la actualidad.

¿Quién es Clarissa Dalloway?

Contrario a lo que podría pensarse, la señora Dalloway no fue un personaje creado para la novela homónima tan aclamada y conocida de Virginia Woolf. Su creación, es decir, su nacimiento fue alrededor de 1912, como personaje secundario en Viaje de ida, la primera novela de una novata Woolf.

Al bosquejar a Clarissa Dalloway, la autora se inspiró en su amiga de la infancia, la distinguida Kitty Lushington, y la imagen de aquella mujer amable, elegante y glamurosa siguió en la mente de Woolf durante trece años, siete relatos y una novela. En estos primeros cuentos, la escritora ensaya ciertas situaciones, personajes y hasta técnicas que fueron usadas después en La señora Dalloway.

El más conocido de ellos es “La señora Dalloway en Bond Street”, relato que Woolf enviaría a T. S. Eliot para que lo publicara en su revista The Criterion. Aquí vemos a Clarissa en un contexto más cotidiano, lidiando con las compras y las interacciones sociales en una tienda de Londres. El relato comienza con una frase casi idéntica a la que abre La señora Dalloway: “La señora Dalloway dijo que iría ella por los guantes.” Pero en la novela, Clarissa va por flores en vez de guantes.

Según los diarios de la autora, así como los cuadernos de notas para la novela, dichos relatos, y en especial este, contienen la idea completa de la novela. Todos los cuentos sobre Clarissa Dalloway, así como los cuatro capítulos de la novela Viaje de ida, en los que aparece, están recopilados en un solo volumen titulado La señora Dalloway recibe, editado por Cátedra en conmemoración por los 100 años de la publicación de la novela.

Un día en la vida de Clarissa

A través del magistral uso del flujo de conciencia, en el que vemos la acción no solamente desde la perspectiva de un personaje, sino desde su mente y comprensión; Virginia Woolf nos sumerge en la mente de Clarissa en la portentosa novela La señora Dalloway, técnica con la cual revela al lector sus pensamientos más íntimos y sus preocupaciones más profundas.

La novela se desarrolla a lo largo de un solo día, pero a través de los recuerdos y reflexiones de Clarissa, somos testigos de toda una vida de experiencias y emociones. Clarissa se enfrenta a la edad, la idea de belleza y las expectativas sociales que la rodean. Su vida pública como anfitriona de fiestas, un papel que desempeña con gracia y elegancia, contrasta con su vida interior, llena de dudas, inseguridades y recuerdos nostálgicos.

La relación de Clarissa con Peter Walsh y Sally Seton, dos figuras que adentran la novela en temas como el colonialismo y la diversidad sexual, revela la complejidad de sus deseos y la tensión entre la libertad y la conformidad. Pero sin duda, Septimus Warren Smith aporta una parte fundamental a la profundidad del personaje y de toda la novela en sí.

Septimus es un veterano de la Primera Guerra Mundial que sufre de neurosis de guerra, ahora conocida como trastorno de estrés postraumático (TEPT). Su salud mental en deterioro (espejo de la convulsa mente de la propia Woolf) lo aísla de la sociedad, y se siente incomprendido y perseguido. Aunque Clarissa y Septimus nunca se conocen, sus vidas corren paralelas a lo largo de la novela. Ambos experimentan sentimientos de alienación y luchan por encontrar sentido en un mundo que ha cambiado drásticamente.

Clarissa Dalloway, una mujer de su tiempo

La Primera Guerra Mundial dejó una herida profunda y dolorosa en la sociedad británica, y Clarissa Dalloway, así como los personajes que la acompañan, no son ajenos a su impacto. En un mundo que ha cambiado drásticamente, los personajes buscan nuevas formas de encontrar significado y conexión. Clarissa, a través de sus fiestas, intenta crear un sentido de orden y belleza en medio del caos. La desilusión y la pérdida de fe en el entorno conocido eran sentimientos generalizados.

La gran guerra, con su violencia y su pérdida, sacudió los cimientos de la sociedad y desmitificó muchos de los valores tradicionales. Las limitaciones impuestas a las mujeres de la época son evidentes en la vida de Clarissa, pero ella encuentra formas sutiles de navegar por ellas.

La novela captura las tensiones entre la tradición y la modernidad, entre el pasado y el futuro. Cuestión ejemplificada perfectamente en Clarissa, ella se adhiere a las convenciones sociales, pero también busca su propia autonomía y libertad. Su matrimonio con Richard Dalloway, un miembro del Parlamento, le proporciona seguridad y estatus social, pero también la encadena de alguna forma a las convenciones de la época.

La Sra. Dalloway como ícono de un naciente feminismo

Clarissa no es una figura feminista idealizada. Ella es una mujer compleja, con contradicciones y limitaciones. Si bien, podría señalarse a Clarissa como una mujer conformista, atrapada en las convenciones sociales y alejada de la lucha activa por la igualdad de género, también se puede argumentar que encuentra su propia forma de resistencia dentro de las limitaciones sociales de su época. Su capacidad para crear belleza y conexión a través de sus fiestas puede verse como una forma de ejercer su poder en un mundo dominado por los hombres.

La novela muestra las limitaciones impuestas a las mujeres de la época, que se veían obligadas a cumplir con roles de género restrictivos. Woolf también explora la tensión entre la vida pública y la vida privada de las mujeres. Clarissa, como anfitriona de fiestas, desempeña un papel público, pero su vida interior está llena de dudas e inseguridades. Encima, su lucha por reconciliar sus deseos y aspiraciones con las expectativas sociales refleja la complejidad de la experiencia femenina en la época.

A través de las fiestas de Clarissa Dalloway, de sus silencios y sus recuerdos, Virginia Woolf nos hace mirar con ojos nuevos los roles que la historia ha asignado a las mujeres. En un siglo que vio nacer el feminismo moderno, Clarissa Dalloway (así como la propia Woolf) es un símbolo de la complejidad humana y una inspiración sobre la importancia de encontrar nuestra propia voz en un mundo en constante cambio.