En México, la muerte no es un final. Es un espectro que camina a nuestro lado, una sombra que se esconde entre las costumbres, los mitos, y, por supuesto, las páginas de los libros.

Más allá del Día de Muertos y los altares con flores de cempasúchil, la literatura mexicana ha sabido capturar ese diálogo constante entre los vivos y los muertos, y ha transformado el concepto de la muerte en un fenómeno cargado de simbolismo, resignación y resistencia.

En las siguientes líneas, abordaremos cómo la muerte ha sido representada en algunas de las obras más emblemáticas de la literatura mexicana y lo que nos dicen estas historias sobre nuestra relación con el más allá.

1. La muerte en la memoria colectiva: Pedro Páramo de Juan Rulfo

El pueblo de Comala es un lugar donde los vivos y los muertos coexisten en una especie de limbo. La muerte en Pedro Páramo es una presencia constante, un eco que escuchamos a través de las voces que se alzan desde la tierra. Los muertos de Comala no descansan en paz, sino que reviven sus historias una y otra vez, atrapados en un ciclo eterno de culpa, rencor y amor no correspondido.

Juan Rulfo transforma la muerte en un reflejo de la memoria colectiva, donde cada voz aporta una pieza al rompecabezas de la historia del pueblo y de su protagonista, el mismo Pedro Páramo.

La muerte, lejos de ser una liberación, se convierte en un estado continuo en el que las almas siguen presentes, incapaces de abandonar el mundo terrenal. Esta visión de la muerte, como una memoria viva que persiste en la tierra y los espacios, ofrece una reflexión sobre el peso del pasado y la imposibilidad de escapar de él.

2. Las supersticiones sobre la muerte: Raíces del mal de Paola G. Gasca

Raíces del mal se desarrolla en el pueblo de Sarabia, Guanajuato, un lugar donde la superstición y el resentimiento están profundamente arraigados. En este thriller mexicano, Paola G. Gasca explora la muerte desde la perspectiva de las relaciones familiares y las creencias que moldean la vida rural mexicana.

La historia sigue a Dolores y Jacinta, cuñadas cuyas vidas están llenas de penas y rencores, y a Inés, la hija de Dolores, cuyo papel será fundamental para el destino de todos los habitantes del pueblo.

La muerte en Raíces del mal está relacionada con los secretos y rencores que pasan de una generación a otra. La tierra misma parece estar cargada de historias y maldad, y la muerte se convierte en un proceso inevitable en el que se mezclan la tragedia y ciertos sucesos que parecen inexplicables. La narrativa muestra cómo la mente humana enfrenta lo inevitable con una mezcla de resignación y rituales que buscan darle sentido al dolor y a la pérdida.

3. El eterno retorno: Los recuerdos del porvenir de Elena Garro

En Los recuerdos del porvenir, Elena Garro presenta un pueblo atrapado en un ciclo inescapable, donde la muerte y el tiempo se entrelazan para mostrar cómo el pasado se repite una y otra vez.

La narrativa, marcada por un realismo mágico muy peculiar, nos introduce en Ixtepec, un lugar donde los eventos traumáticos y las injusticias parecen regresar continuamente, y que muestra la incapacidad de los personajes para liberarse de su historia.

Garro convierte la muerte en un símbolo del eterno retorno, donde los muertos toman la palabra y permanecen como sombras que condicionan el presente. La muerte aquí no es sólo física, sino también simbólica, un reflejo de la incapacidad de cambiar el destino y la perpetua repetición de la opresión y el sufrimiento.

Esta obra presenta la muerte como una sombra que persiste y condiciona las vidas de los que quedan, mostrando la imposibilidad de avanzar mientras el pasado siga vigente en la memoria.

4. La muerte y la memoria como resistencia: Nosotras de Suzette Celaya

Nosotras de Suzette Celaya Aguilar nos traslada a un pequeño pueblo que está a punto de ser inundado para construir una presa. En medio de la desesperación de los habitantes por abandonar sus hogares, Violeta se rehúsa a dejar su tierra y a sus muertas. Ella es el testimonio vivo de la resistencia contra el despojo, y su historia está marcada por la conexión con los muertos y la supervivencia de la memoria.

La muerte, en esta obra, se presenta como un anclaje al sentido de pertenencia a una comunidad, así como una resistencia cultural y espiritual. Violeta, con su espejo y su machete, se enfrenta a la desolación y a la corrupción, y su negativa a abandonar a sus muertas muestra la importancia de las raíces y de los ancestros en la identidad de un pueblo. La muerte aquí es una presencia que da fuerza, que se convierte en un acto de resistencia ante el olvido y la destrucción.

5. La indiferencia ante la muerte: Las muertas de Jorge Ibargüengoitia

Basada en hechos reales, en el caso de las Poquianchis, Las muertas de Jorge Ibargüengoitia aborda la muerte con una perspectiva irónica y crítica. El libro relata la historia de las hermanas Baladro y el escándalo de un burdel clandestino, exponiendo la corrupción y la indiferencia que rodean la violencia de género.

La muerte, en este contexto, se presenta como una de las muchas consecuencias de un sistema corrupto e indiferente ante la vida y el destino de quienes reconoce como ciudadanos de segunda clase.

Ibargüengoitia nos muestra cómo las vidas de mujeres vulnerables pueden ser fácilmente olvidadas por una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado. La muerte, aquí, se convierte en un símbolo de la banalización de la violencia, de cómo las injusticias pueden ser encubiertas y olvidadas. A través de su estilo irónico y directo, Ibargüengoitia denuncia la indiferencia social frente a la muerte y la violencia, mostrando cómo el olvido perpetúa el sufrimiento de las víctimas.

6. Muerte, venganza y marginación: Carbón rojo de Mónica Castellanos

En Carbón rojo, Mónica Castellanos nos presenta a Carmina, una mujer que vive consumida por el rencor y el deseo de venganza. Habla constantemente con su madre, muerta hace años, como un recordatorio constante del pasado y de las injusticias que ha sufrido. La novela también aborda la tragedia de los mineros de Pasta de Conchos, cuya muerte es un símbolo del olvido y la negligencia por parte de las autoridades.

La muerte, en Carbón rojo, tiene múltiples dimensiones: es una fuente de rencor y venganza para Carmina, un símbolo de injusticia para los mineros y la comunidad, y una herida abierta para Bernardo, quien busca justicia a través de su trabajo como periodista.

Castellanos explora la muerte como un viaje hacia la memoria y los rencores, donde los muertos no descansan porque sus historias no han sido contadas ni reconocidas.

7. La muerte como transformación: Cuerpos y ofrendas de Carlos Fuentes

En esta colección de relatos de Carlos Fuentes, la muerte se manifiesta como un ente omnipresente y ambivalente y se entrelaza con la vida, la memoria y la identidad. En relatos como “Chac Mool” y Aura, la muerte adquiere un carácter sobrenatural y cíclico, desdibujando las fronteras entre lo humano y lo divino, lo real y lo fantástico.

A través de todos los relatos vemos cómo la muerte se mezcla con el paso del tiempo y la añoranza de lo perdido, mientras que también refleja las tensiones morales y sociales que marcan los destinos de sus personajes.

Fuentes utiliza la muerte como un medio para explorar las obsesiones humanas, los deseos y los miedos que persisten más allá del final de la vida. La muerte en Cuerpos y ofrendas no sólo es el fin de la vida, sino un portal hacia otras realidades, una figura que, en vez de aniquilar, transforma. Carlos Fuentes muestra que la muerte puede ser tanto una liberación como una fuente de terror.

La muerte no sólo ocurre en los cuerpos; también habita en la memoria, en las tradiciones, y en los silencios. En la literatura mexicana, la muerte se convierte en un tema recurrente, un personaje que moldea vidas, historias y comunidades.

Los personajes y las comunidades que pueblan estas historias nos enseñan que morir no es olvidar, sino recordar, resistir, y en ocasiones, renacer. Así, en cada página, la muerte sigue siendo una presencia que, aunque sombría, ilumina lo que significa ser humano en un país donde el más allá y el presente siempre están en diálogo.