Las Meditaciones de Marco Aurelio es uno de los textos de filosofía más citados fuera de dicho ámbito por muy diversas razones. Actualmente, lo podemos encontrar entre las categorías de superación personalo de coaching debido a su contenido tan práctico para la vida. Pero ¿de qué trata ese contenido que lo ha llevado, incluso, a convertirse en material de “consejos para la vida laboral”? Has llegado a la nota indicada para saberlo.

Marco Aurelio, el filósofo emperador

En el libro VII de la República, Platón propone al filósofo como rey para gobernar con Verdad, Virtud y Justicia por ser la figura más cercana a estas ideas. Si bien es cierto que esta imagen desencadenó una serie de utopías políticas (sobre todo las relativas al Renacimiento como la de Tomás Moro), uno de los ejemplos históricos o concretos que tenemos del filósofo gobernante es Marco Aurelio.

Él forma parte de lo que se le conoce como la época dorada del Imperio romano, y fue durante su reinado (entre el 161 al 180 d. C.) que escribió las Meditaciones. Una posible explicación de su buena imagen como emperador, al menos desde un punto de vista filosófico, es debido al tipo de filosofía que practicaba: el estoicismo, del cual Marco Aurelio es uno de sus exponentes más tardíos.

La filosofía estoica

No me demoraré aquí para hablar de los inicios de la filosofía estoica ni de sus exponentes latinos más conocidos, para ello mejor te recomiendo que leas: “3 libros de estoicismo para tener una vida serena”. Sin embargo, comentaré algunos principios de la filosofía estoica y cómo Marco Aurelio los adoptó para volverlos suyos:

  • La muerte es inevitable, por lo que no tiene sentido preocuparnos por ella.
  • Bienes como la fama no son importantes.
  • Los placeres carnales, si bien son placenteros, tampoco son relevantes.
  • Lo que me afecta reside en la idea que tengo de aquello que me afecta y no en su naturaleza.
  • El único tiempo que debe preocuparnos es el presente.
  • Vivimos en medio de una razón universal de la que formamos parte.

En una diferencia de grado únicamente, Marco Aurelio se distancia un poco de Epicteto y de Séneca en su obra. El primero, digamos, tenía una preocupación más metafísica de la razón universal (a la cual pertenecemos con nuestra razón) y el deseo; el segundo, en cambio, tenía una más política y, sobre todo, una más contundente y hasta reverencial frente a la muerte.

La diferencia que el emperador filósofo tuvo con aquellos dos reside en tres ejes que componen la vida serena de un individuo frente al poder y la fama pero, sobre todo, en relación con vivir coherentemente:

  1. La ética: cómo actuar a partir de mis observaciones del mundo.
  2. La filosofía estoica: cómo practicarla sin traicionar mis principios.
  3. La metafísica: cómo conciliar mi breve vida con la inevitabilidad de la muerte.

El contenido práctico de las Meditaciones

Los ejes mencionados nunca están desligados entre sí sino que se tejen a lo largo de la obra para enseñarnos a entender sus vínculos. Ése sería el primer punto por el que las Meditaciones tienen una preocupación práctica o, lo que popularmente se denomina, una “filosofía para la vida”: no hay desconexión entre lo que pienso, lo que ocurre en el mundo y cómo vivo mi vida. En palabras de Marco Aurelio: “Lo racional es precisamente lo que es comunitario”.

Al igual que Yuji Itadori de Jujutsu Kaisen aprende a manipular su energía maldita para ser más eficiente en sus peleas, Marco Aurelio nos explica que la filosofía es un instrumento para guiar diariamente la razón. Es decir, ésta no es una facultad absoluta que nos saca de apuros y nos previene de problemas, sino que tiene que ejercitarse con el continuo pasar de las situaciones buenas, malas, tristes, enfadosas, amargas, etc. para vivir lo mejor posible. Y su maestría, es la gran advertencia, no debería ser obstáculo para seguir viviendo humildemente: “La tarea de la filosofía es sencilla y a la par muy noble: no me hagas caer en la vanidad”.

Por último, la propuesta de Marco Aurelio es siempre obrar buenamente con base en los primeros dos ejes para jamás perder de vista lo que de verdad importa: vivir bien, tanto solo como en comunidad, antes de morir. De esta manera, dicho deber se convierte en una tarea que jamás completaremos sino hasta evaluar nuestro desempeño en retrospectiva justo en las fauces de la oscuridad eterna. Es difícil, por supuesto, y habrá muchas distracciones alrededor, pero por ello el emperador nos insta a lo siguiente:

No malgastes lo que te queda de vida en conjeturar sobre los demás, a no ser que tengas como objetivo el bien común; pues si te dedicas a imaginar qué hace la gente, por qué, qué dice, qué piensa, qué trama y cosas parecidas, dejarás de observar tu propia conciencia interior. (4, libro III)

El influjo de Marco Aurelio en nuestros días

Si bien la relación de Marco Aurelio como estoico con el cristianismo es compleja, permítaseme hacer una reducción con base en lo siguiente para ser más breve: durante el reinado de Marco Aurelio éste intentó difundir los principios del estoicismo en el imperio, y fue durante su mandato que el cristianismo primitivo fue inspirado en parte por la doctrina estoica —que menguaba ya en Roma— a partir del punto de vista ético.

En consecuencia, si uno de los principios éticos del estoicismo es la virtud ante la adversidad porque todo ocurre conforme la razón universal, la idea cristiana de que todo ocurre por un mandato divino encuentra una resonancia que le permite insertarse en parte del dogma que, posteriormente, sería bañado con las aguas del platonismo y neoplatonismo.

Una cultura como la nuestra que está insuflada en gran medida por el dogma católico-cristiano y sus valores, da una razonable explicación de por qué Marco Aurelio y su estoicismo se convirtió en una especie de vademécum no dogmático de quienes están faltos de guía en su vida. Más aún porque se siente “más humano” y menos oneroso que el aprendizaje promovido por la iglesia.

Personalmente considero que es maravilloso que un texto filosófico de más de 19 siglos de antigüedad se lea con tanta intriga porque despierta en las personas un deseo de vivir con una guía (muy aparte del tipo que necesiten).

Como alguien que encontró en la filosofía una manera de conducirse lo mejor que puede en la vida, no hay dicha más grande que compartir ciertas herramientas que nos conduzcan por el mejor camino para uno mismo. Porque, y como diría Marco Aurelio: “El bien y el mal del animal político que somos no radican en la pasividad, sino en la actividad; al igual que la virtud y el vicio no residen en estar pasivos sino activos”.