Pocas ficciones que pertenecen a la extensa, y tal vez algo sobrecargada, categoría de historias “basadas en hechos reales” logran el equilibrio entre la crudeza de un caso real y la capacidad de reinventarlo con ironía sin perder la esencia como Las muertas de Jorge Ibargüengoitia. Publicada en 1977, esta novela se inspiró en un caso criminal que estremeció al país, el de las hermanas conocidas como "Las Poquianchis", quienes durante los años sesenta dirigieron una red de prostitución y cometieron decenas de asesinatos.

Hoy, más de cuatro décadas después, la historia regresa al centro de la conversación cultural gracias a la nueva serie de Netflix dirigida por Luis Estrada. En este artículo recorreremos la mirada literaria de Ibargüengoitia y el trasfondo criminal que le dio origen.

Jorge Ibargüengoitia y la mirada satírica de la tragedia

Jorge Ibargüengoitia (1928-1983) fue un narrador único en la literatura mexicana. Su obra siempre se caracterizó por la ironía, el humor negro y una mirada crítica hacia las instituciones y costumbres del país. A diferencia de otros escritores de su generación, Ibargüengoitia eligió distanciarse de los discursos solemnes y nacionalistas para apostar por una prosa aparentemente sencilla, pero profundamente corrosiva.

Desde sus primeras novelas, como Los relámpagos de agosto (1964), demostró su capacidad para satirizar la política mexicana. En Los pasos de López (1982), hizo lo mismo con la historia oficial, desmontando mitos fundacionales con una mezcla de humor e irreverencia. En Las muertas, su atención se volcó hacia el crimen organizado y la violencia, aunque siempre desde una perspectiva literaria que buscaba mostrar el absurdo detrás de la tragedia.

Fotografía del escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia.

Lo más llamativo es cómo Ibargüengoitia logra hablar de temas terribles sin caer en el morbo ni en el melodrama. Su estilo, entre lo documental y lo paródico, convierte la violencia en un espejo de la corrupción y la hipocresía social. Así, Las muertas es un retrato satírico de la llamada provincia mexicana, de su doble moral y de sus relaciones de poder.

Las Poquianchis, el caso real que estremeció a México

Las hermanas Delfina y María de Jesús González Valenzuela, originarias de Guanajuato, se hicieron conocidas como "Las Poquianchis" en los años sesenta. El caso, que mezclaba trata de personas, esclavitud y homicidios múltiples, se convirtió en uno de los episodios criminales más infames de la historia de México.

El escándalo estalló en 1964, cuando las autoridades descubrieron cuerpos enterrados en las propiedades de las hermanas. Se calcula que entre cincuenta y noventa mujeres fueron asesinadas bajo su control. Dueñas de burdeles en distintas regiones del Bajío, construyeron un emporio ilegal que se sostenía en la explotación de mujeres jóvenes, muchas de ellas engañadas con falsas promesas de trabajo.

Fotografía de las hermanas González Valenzuela, Las Poquianchis.

La prensa de la época alimentó el morbo con titulares sensacionalistas y relatos desgarradores, mientras que la opinión pública quedó marcada por el horror. No es casual que el nombre de "Las Poquianchis" se convirtiera en sinónimo de crueldad. Ibargüengoitia, sin embargo, decidió no escribir un reportaje, sino plasmar esa realidad en ficción. Cambió nombres, lugares y circunstancias, pero mantuvo la esencia de la historia: el negocio criminal de dos mujeres y el sistema de complicidades y corrupción que lo hizo posible.

Una novela entre el expediente y la sátira

Publicada en 1977, Las muertas narra la historia de las hermanas Baladro, propietarias de burdeles en el México rural, cuya red de explotación se ve sostenida por una serie de cómplices que incluyen autoridades, clientes y vecinos. La trama, construida con una mezcla de testimonio policial, narraciones fragmentarias y humor negro, se aleja de la novela policiaca tradicional para convertirse en un fresco de la sociedad mexicana.

La obra examina cómo la violencia florece en un entorno marcado por la corrupción y la indiferencia. Ibargüengoitia retrata a personajes mediocres, ridículos, pero a la vez aterradores, que se benefician del sufrimiento ajeno.

La portada de Lass muertas de Jorge Ibargüengoitia.

Es en esa tensión entre la risa amarga y la indignación donde se encuentra la fuerza del libro. Su objetivo es mostrar la manera en que la violencia se normaliza en una sociedad y cómo el poder puede disfrazarse de legalidad. De ahí que Las muertas sea, al mismo tiempo, una sátira social y una crítica política.

¿Por qué seguimos leyendo a Ibargüengoitia en tiempos de Netflix?

Más de cuarenta años después de su publicación, Las muertas vuelve a cobrar vida en el terreno audiovisual. La serie Las muertas, basada en la novela, está dirigida por Luis Estrada, cineasta reconocido por su mirada crítica y satírica hacia la política mexicana. Estrada es el autor de películas como La ley de Herodes (1999), El infierno (2010) y La dictadura perfecta (2014), todas caracterizadas por un humor ácido y una reflexión sobre la corrupción en el país.

¿Por qué hablar hoy de Las muertas? La respuesta está en la vigencia de sus temas. La trata de personas, la violencia de género, la corrupción institucional y la impunidad no son cuestiones del pasado, sino problemas que siguen presentes en la sociedad mexicana y en gran parte del mundo.

Una fotografía en color de un grupo de nueve mujeres posando.

La novela de Ibargüengoitia recuerda un episodio trágico e invita a reflexionar sobre cómo las estructuras de poder permiten que estos horrores se repitan. Al mismo tiempo, su tono irónico evita el sermón y propone una forma distinta de abordar la violencia: con inteligencia, con humor negro, con literatura. Quizás algunos lleguen primero a la serie y luego al libro; otros, al revés. Lo cierto es que, en cualquiera de los dos casos, la historia seguirá interpelando a sus públicos.

De los periódicos a la novela, y de la novela al streaming, Las muertas es un ejemplo de cómo las atrocidades sociales trascienden épocas y formatos. Una historia que nació en la nota roja, se convirtió en sátira literaria y ahora promete renacer como serie televisiva. En ese tránsito, lo que se mantiene intacto es la mirada crítica hacia una realidad mexicana que, lamentablemente, aún no es parte de nuestro pasado.