Hoy decimos de alguien que es estoico porque se mantiene impasible frente a las desgracias o desavenencias de la vida. A partir de la extensión de los valores cristianos en la cultura occidental, la virtud cardinal de la templanza se asoció con el de la apateia estoica y es, en parte, la respuesta a por qué nuestra noción de estoicismo se relaciona con esa actitud.

Sin embargo, los orígenes y enseñanzas de esta corriente filosófica vienen de otra vertiente que aprenderás con los siguientes libros para que puedas ponerlas en práctica en tu vida y vivas con una mayor serenidad.

Los inicios del estoicismo: Zenón de Citio

Los inicios del estoicismo se dieron, como muchas otras corrientes filosóficas, en Grecia. En este caso ocurrió cuando aquella ya había sido absorbida por el Imperio romano, por ahí del siglo III a. C.

Para no hacer muy larga la historia, el estoicismo surge en un momento de alta desazón “nacional”, ya que por un lado tenemos a los griegos como cultura, pero, por otro lado, éstos eran identificados como “ciudadanos romanos”. Y, junto con ella, también aparecieron tanto el epicureísmo como el eclecticismo, pero de ellos no hablaremos por el momento.

El iniciador del estoicismo fue Zenón de Citio, un mercader fenicio que perdió su carga en un naufragio y que terminó en Atenas. La historia que cuenta Diógenes Laercio en su Vidas y opiniones de los filósofos ilustres al respecto de su vida es que aprendió de Crates de Tebas, un filósofo cínico que renunció a sus bienes materiales para vivir una vida humilde. Gracias a este encuentro, nació una nueva corriente que llegará hasta los romanos, quienes fueron los únicos que escribieron lo que conocemos de la doctrina estoica.

1. El arte de aprender a vivir (en tiempos difíciles) de Epicteto

Lo que se sabe de Epicteto es muy poco: fue un esclavo romano cuyo nombre verdadero se desconoce; en su lugar, nos queda con el que fue conocido durante su esclavitud, el cual significa “adquirido”.

La importancia de Epicteto para la filosofía radica en sus enseñanzas en las plazas públicas, donde cualquiera podía acercarse a escucharlo y a discutir con él. A diferencia de otras corrientes filosóficas, el estoicismo buscó siempre ser público y altamente práctico. De hecho, sus escritos no son como tal de su puño y letra sino transcripciones de su alumno Flavio Arriano (donde quiera que esté, le agradezco por haberlo hecho).

Así nacen los fragmentos de El arte de aprender vivir (en tiempos difíciles), y con los que conocemos los tres pilares del estoicismo: la Lógica, la Física y la Ética. Si bien los tres son importantes, los dos primeros se subordinan al tercero, la Ética, a través de los siguientes aprendizajes:

  • Reconocer que hay cosas que escapan de nuestro control, como el clima, las acciones de los otros, sus pensamientos, etc.
  • Aprender a madurar nuestro deseo para saber qué desear.
  • Preocuparse únicamente por el presente y por lo que está en nuestras manos.
  • Saber que todo ocurre por una razón universal, y que conocer ese orden nos enseña a saber dirigirnos virtuosamente en nuestra vida.

Si bien hay más cuestiones que nos enseña Epicteto en este breve libro, te recomiendo que lo adquieras, pues además cuenta con gran estudio introductorio, notas a pie de página y un glosario para conocer los conceptos centrales del estoicismo hecho por Ignacio Pajón Leyva.

2. Escritos consolatorios de Séneca

Conocido también como El Cordobés, ya que nació en Hispania, en la actual Córdoba, de nombre completo Lucio Anneo Séneca. Éste fue uno de los personajes estoicos más famosos de su generación debido a sus cargos diplomáticos y a que fue tutor del controversial Nerón, a quien se le atribuyó el incendio de Roma.

A diferencia de Epicteto, Séneca construyó un estilo de retórica sutil que se aprecia tanto en sus textos científicos como en sus textos sobre ética, de entre los que destaca la antología Escritos consolatorios. Éstos se componen de sus famosas epístolas a diferentes personajes de la escena romana como lo son Helvia, Polibio y Marcia, y el aún desconocido Lucilio.

Como su nombre lo indica, los Escritos consolatorios se encargan de una cuestión en específico: la muerte. En Séneca, ésta no es un mal ni un fenómeno que deba preocuparnos ya que es igual para todos los seres del mundo y es, por lo tanto, inevitable. Más bien, lo que podemos hacer como seres que padecen sus efectos con el fallecimiento de un ser querido es recordarlo con alegría y vivir sin la pesadumbre de su recuerdo.

Si alguien puede decir que la actual idea de estoicismo (de la que hablé al inicio) está relacionada con la templanza cristiana es a partir de esta actitud de Séneca frente a la muerte, de quien casi habla con reverencia y a quien se entregó con convicción en su suicidio.

En caso de requerir más información de estos escritos, el estudio introductorio, línea de tiempo y bibliografía de consulta que nos proporciona el traductor Perfecto Cid Luna bastan y sobran para conocer mejor la obra senequiana.

3. Meditaciones de Marco Aurelio

El inicio de la película Gladiador (2000) nos muestra a un viejo emperador romano escribiendo alguna reflexión profunda sobre la fama. Ese romano venerable era Marco Aurelio, el emperador filósofo.

Quizá este señor se disputa el primer lugar con Séneca en cuanto a fama, ya que las Meditaciones se convirtieron en una especie de manual del estoicismo al grado de que se le puede colocar en la sección de Autoayuda de algunas tiendas de autoservicio o que se le puede utilizar en libros relacionados con la dinámica de personal en el trabajo.

Por supuesto, Marco Aurelio no va más allá de lo que Epicteto, Séneca o Cicerón dejaron en sus escritos, al menos en el terreno metafísico. Pero sí tiene una especial claridad al respecto de la figura del filósofo estoico frente a la vida y frente al estoicismo como corriente filosófica: no se trata de acumular conocimientos ni de aprenderse máximas para presumirlas frente al resto del mundo, la filosofía se trata de un modo de vida que practicar y que usar para ayudar, en la medida de lo posible, a quien lo requiera. Envanecerse con el dominio de la filosofía implicaría no haber aprendido nada de ella.

¿Estás de acuerdo con las enseñanzas de estos tres grandes filósofos o tienes alguna discordancia con ellos? Mi sugerencia es que te dejes llevar por su estilo muy claro y que puedas discutir con alguien de tus amigos lo que leas de ellos. Recuerda que la filosofía es para pensarse lento, practicarse y discutirse. ¡Regresemos a su práctica original como lo hizo Epicteto!