“¡Silencio, ya empezó mi novela!” Así me tiene Ali Hazelwood con cada una de sus entregas y esta no ha sido la excepción, pero ¿me estás diciendo que mi escritora de comedia romántica favorita publicó algo que se titula No es amor? ¿Cómo no lo va a ser si hasta en la portada hay dos fulanos? “Esto es algo que debo averiguar”, me dije y te lo digo a ti. Pero para calmar la ansiedad aquí te dejo tres razones para que esta novela no se quede sin tu lectura.

1. No es amor, es una obsesión

Como diría Aventura, “no es amor, lo que tú sientes se llama obsesión”, con ello resolvemos el enigma del título de esta entrega, pero nuestro análisis no queda ahí, sino en la forma de aterrizar la trama.

¿Alguna vez has leído Asistente del villano, de Hannah Nicole Maehrer? Si no, te lo recomiendo. Pero lo menciono porque el libro se divide en dos perspectivas: la de ella y la de él, tal como pasa en No es amor, donde conocemos de primera mano los pensamientos de Rue (ella), ya que se encuentra narrada en primera persona, y también los de Eli (él), aunque sus capítulos están narrados en tercera, ¿a qué se debe este alejamiento narrativo? La historia se guía a través de la protagonista femenina, acceder a la mente focal de manera directa de Eli rompería con el encanto sorpresa del final, porque Ali siempre nos oculta algo para que el final sea sorpresivo, si este alejamiento no existiera, la formula fallaría.

El acceso descriptivo al coprotagonista masculino nos permite saber que la atracción física se convierte en una obsesión sexual que transmuta al amor, Ali nos brinda la oportunidad de observar muy de cerca el proceso de enamoramiento de Eli, lo cual es inteligente porque el interés de sus lectoras siempre se ha enfocado en sus personajes masculinos. Si quieres ver cómo poco a poco él se enamora, este libro es para ti.

P. D. Eli se pronuncia /E.’la.i/, porque el nombre está pensado en inglés, y por ello mucha gente (yo) al principio creyó que se trataba de una mujer.

2. El consentimiento en la narrativa juvenil

El consentimiento es un factor que se está haciendo frecuente en la literatura juvenil, sobre todo en la spicy, como lo mencioné en la reseña de Montañas de cristal, de Scarlett St. Claire: el consentimiento no es un elemento que sobre, al contrario, se debe colocar por la importancia del tema, sólo que mucha gente se queja de que sea algo “forzado”.

Pero esta novela prueba precisamente cómo el consentimiento es totalmente necesario en cualquier relación amorosa y puede utilizarse como un elemento clave: Rue y Eli sostienen su relación meramente sexual al principio, colocan límites y palabras de seguridad, ambos hablan de lo que permiten y lo que no. Pero no sólo se queda ahí, antes de cada encuentro se plantea el consentimiento que cada vez es más permisivo.

Ali utiliza el consentimiento para marcar no sólo el aumento en las escenas spicy, sino el avance sentimental de los protagonistas al tenerse mayor confianza en cada encuentro y, de esta manera, sabemos cómo de poco en poco se enamoran.

Y no es spoiler, por favor, todos lo sabemos, pero nos hacemos lo sorprendidos, y así continuará siendo, eh.

3. Tópico de la traición en la escritura de Ali Hazelwood

Mucho amor, mucha risa y mucho muak muak, pero ¿podemos hablar del dolor que también nos hace sentir la autora? Es totalmente distinto al romántico, pero me atrevería a decir que más difícil: la traición por parte de un amigo.

Es que ¿por qué son así?

Crear conflicto sentimental es una de las piezas sustanciales Ali, ya que nos entrega el júbilo de una unión amorosa, pero un trago amargo por la pérdida de un personaje a costa de una traición: en La hipótesis del amor, el amigo de Adam, en La química del amor, la amiga de Bee, en No es amor… Ups, sin spoiler.