Los poetas son almas incomprendidas que sufren de una profunda sensibilidad, por eso se dice que son poetas malditos, ¿o no? ¿qué es un poeta maldito y por qué les dicen así? En una de sus cartas, Arthur Rimbaud declaró: “Yo es otro”, una frase que encapsula la esencia misma de los poetas malditos: almas desgarradas, en constante lucha con su identidad, que canalizaban su rebeldía y sufrimiento en una poesía sublime.

El término “poeta maldito”, acuñado por primera vez por Paul Marie Verlaine en un ensayo de 1888, evoca a esos creadores de finales del siglo XIX que vivieron al margen, consumidos por sus pasiones, el desamor, la melancolía y una búsqueda incesante de lo absoluto. Acompáñanos en este artículo a conocer a estos “mártires” de la poesía, hacia el corazón de un movimiento literario que transformó para siempre la concepción del arte y del artista.

La búsqueda decimonónica de la belleza y el mal

El siglo XIX fue un período de grandes transformaciones sociales y culturales para el continente europeo. La Revolución Industrial, la urbanización, el ascenso de la burguesía y, especialmente en Francia, la Revolución de 1830 crearon un nuevo orden social que muchos artistas y escritores encontraron opresivo y alienante. En busca de una autenticidad perdida, los llamados poetas malditos se rebelaron contra este nuevo orden, buscando en la escritura y el arte una forma de expresión más auténtica.

Influenciados en su gran mayoría por el romanticismo, estos poetas exploraron temas como la muerte, la melancolía, el amor prohibido y la búsqueda de lo absoluto. A través de su poesía, buscaban trascender lo cotidiano y alcanzar una realidad más profunda y misteriosa. En respuesta al realismo y naturalismo que imperaba en la creación literaria de la segunda mitad del siglo, desarrollaron el simbolismo, corriente literaria que busca expresar ideas abstractas y emociones profundas a través de metáforas, creando una realidad poética más allá de lo literal.

¿Quiénes eran los poetas malditos?

Un poeta atormentado está realmente atormentado no por la literatura, sino por el mundo y cómo lo ha tratado, es decir, por la oscuridad de la vida. Y las vidas de estos escritores, marcadas por la tragedia y la búsqueda de la belleza absoluta, los convirtieron en leyenda.

Considerado el "padre de la modernidad", Charles Baudelaire fue uno de los primeros en explorar los abismos del alma humana en los icónicos versos de su obra emblema, Las flores del mal. Su vida estuvo cargada por la enfermedad, la adicción al hachís y una relación tormentosa con su madre.

Arthur Rimbaud, el poeta adolescente, revolucionó la poesía con su lenguaje innovador y su búsqueda incansable de nuevas formas de expresión. Tras su intensa y breve carrera literaria que incluyó fugas y una supuesta estadía en la Comuna de París, abandonó la poesía a los 19 años, dejando tras de sí una obra enigmática y poderosa.

El poeta maldito por excelencia, Paul Verlaine fue un romántico empedernido cuya vida estuvo marcada por el alcoholismo y una tormentosa relación con Arthur Rimbaud. Fue Verlaine quien acuñó el término "poetas malditos" en su libro homónimo, en el que rindió homenaje a sus amigos y compañeros de generación.

Por otro lado, Stéphane Mallarmé era un maestro de la sugerencia y la alusión que buscaba en la poesía la creación de un mundo ideal, un absoluto poético. Su vida, aunque menos tumultuosa que la de otros malditos, se oscureció con una profunda soledad y una búsqueda incansable de la perfección artística.

Otros poetas que fueron incluidos en el libro de Verlaine y que fueron imbuidos con el mote de “malditos” son la también actriz y cantante Marceline Desbordes-Valmore, el completamente ignorado en vida Tristan Corbière y el conde simbolista Auguste Villiers de L'Isle-Adam.

Edgar Allan Poe merece una mención especial debido a la innegable influencia de su obra —especialmente de su poesía— en estos escritores, aunque muchos no lo consideran maldito.

Poetas que le cantaban al desamor

El corazón palpitante de la poesía de los malditos es, sin duda, el amor y el desamor. Estos poetas desentrañaron profundamente las complejidades del amor romántico y sus consecuencias con una poesía que nos sumerge en un torbellino de pasiones intensas, desengaños amargos y la búsqueda incesante de la felicidad amorosa.

Así, el amor a menudo se convertía en una obsesión que consumía sus vidas a través de la pasión ardiente y el deseo insatisfecho. Paul Verlaine describe un amor apasionado y destructivo que consume al poeta en los versos de “Serenata”. Por otro lado, el amor no correspondido, la pérdida de un ser amado y la soledad eran fuentes de inspiración y de sufrimiento para estos poetas. En “Sé bella y sé triste” publicado en Las flores del mal, Baudelaire expresa una obsesión enfermiza por una mujer inalcanzable y la convierte en un objeto de deseo y sufrimiento.

La muerte y la melancolía también son temas recurrentes. Estos poetas veían en la muerte una liberación y una forma de escapar del sufrimiento de la vida además de ser la suma expresión de belleza como lo expresa Arthur Rimbaud en su poema “El durmiente del valle” donde describe la belleza de un soldado hasta que revela que está muerto.

La melancolía, por su parte, era una constante en su obra, una expresión de su malestar existencial y de su búsqueda de sentido, un ejemplo es “Tristeza de verano” de Stéphane Mallarmé donde la expresa a través de imágenes de muerte y desolación, a pesar del calor y la belleza del verano.

Al tocar estos temas, los poetas malditos expresaban su negativa a conformarse con las normas establecidas. A través de su poesía —y de su estilo de vida— buscaban una expresión artística más auténtica y personal. Rechazaron la burguesía, la moralidad convencional y los valores conservadores, encontrando refugio en la bohemia y en la marginalidad.

El arquetipo del poeta maldito

El mito del poeta maldito se ha convertido en un arquetipo literario que representa al artista como mártir de su arte. Sus vidas atormentadas y, en muchos casos, sus muertes prematuras los convirtieron en figuras casi míticas, alimentadas por la leyenda y la bohemia que se caracterizaba por los excesos de alcohol, drogas y sexo, dando sentido al término de la corriente filosófica y literaria del decadentismo.

En la cultura popular, la figura del poeta maldito sigue siendo una leyenda viva que inspira la vida de muchos artistas. Músicos y estrellas de rock como Jim Morrison, Kurt Cobain o Amy Winehouse han sido comparados con los poetas malditos por su vida tumultuosa y su música intensa. El cine también ha explorado este mito en películas como La vida bohemia de Aki Kaurismäki o Midnight in Paris de Woody Allen.

La influencia de los poetas malditos y su simbolismo y decadentismo va desde el modernismo de Rubén Darío o Henry Miller, pasando por las vanguardias que inauguraron el siglo XX como el surrealismo de Anaïs Nin, hasta la poesía del beat de William S. Burroughs.

Aunque las voces de los poetas malditos se hayan apagado hace más de un siglo, su arte permanece, eterna e indomable desde la oscuridad. El legado que dejaron en la literatura es una declaración inmortal de rebeldía y autenticidad. En cada lectura podemos encontrar un refugio, una provocación o un espejo de nuestras propias contradicciones. ¿Acaso no seguimos, como ellos, buscando sentido en medio del caos y belleza en medio de la desesperación?