En el universo de la literatura, sobre todo la latinoamericana, es frecuente encontrar elementos que se salen de lo que comúnmente llamamos “la realidad” desde detalles fantásticos, hasta complejos ambientes que no hacen más que inquietar al lector.

Dos conceptos para describir estos elementos han generado fascinación y confusión a partes iguales: el realismo mágico y lo real maravilloso. Ambos términos se han convertido en pilares fundamentales para entender esta narrativa, pero su uso indiscriminado ha llevado a malentendidos que merecen ser aclarados.

Este artículo busca desentrañar las diferencias entre el realismo mágico y lo real maravilloso, explorando sus orígenes, características y autores más representativos. La finalidad es ofrecer una comprensión más profunda de cómo lo fantástico se manifiesta en la literatura de nuestro continente.

¿Qué es el realismo mágico?

El realismo mágico es un movimiento literario que surgió en América Latina durante el siglo XX, caracterizado por la integración de elementos fantásticos dentro de una realidad cotidiana sin que esto sorprenda a los personajes que la habitan. A diferencia de la literatura fantástica tradicional, donde lo extraño irrumpe de manera explícita en un mundo que se percibe como real, en el realismo mágico lo sobrenatural se presenta como algo ordinario y natural.

Este movimiento se consolidó con la publicación de Cien años de soledad (1967) del ganador del Premio Nobel Gabriel García Márquez, obra que se convirtió en la piedra angular del realismo mágico.

En la novela, la familia Buendía vive en el mítico pueblo de Macondo, donde lo insólito, como la levitación de personajes o la aparición de fantasmas, se acepta sin asombro. Esta normalización de lo mágico es una de las características fundamentales del realismo mágico.

El contexto histórico y cultural en el que surge este estilo es crucial para su comprensión. América Latina, con su compleja historia de colonización, sincretismo religioso y diversidad cultural, ofreció un terreno fértil para la confluencia de lo real y lo fantástico, tanto en la vida, como en la literatura. En el realismo mágico, los mitos, leyendas y creencias populares se entrelazan con la realidad, creando un tejido narrativo en el que lo imposible se vuelve posible.

Autores del realismo mágico

Entre los autores clave del realismo mágico, además de García Márquez, destacan Elena Garro con su suspensión del tiempo y su narrador omnisciente, Ixtepec, que no es más que el pueblo donde se desarrolla Los recuerdos del porvenir (1963).

Juan Rulfo, sobre todo con Pedro Páramo (1955), que introdujo elementos sobrenaturales en la historia de un pueblo habitado por almas en pena.

Julio Cortázar, en innumerables cuentos que desafían las fronteras entre lo real y lo fantástico de manera sutil pero efectiva.

Un ejemplo muy actual es la novela de Paola G. Gasca Raíces del mal (2024) en la que los elementos de realismo mágico aderezan un thriller situado en México.

Por supuesto, hay muchísimos escritores más como las chilenas María Luisa Bombal e Isabel Allende, o el propio Carlos Fuentes.

¿Qué no es el realismo mágico?

Para comprender lo que no es el realismo mágico, es necesario adentrarse en el concepto de lo real maravilloso, término acuñado por Alejo Carpentier en el prólogo de su novela El reino de este mundo (1949). Carpentier utilizó este concepto para describir la presencia de lo maravilloso en la realidad cotidiana de América Latina, un maravilloso que no surge de la imaginación del autor, sino de la propia realidad.

Lo real maravilloso se diferencia del realismo mágico en que se centra en la percepción de lo exótico, lo mítico y lo extraordinario en las culturas indígenas, africanas y mestizas de América Latina. En lugar de integrar lo fantástico en la vida diaria de manera natural, lo real maravilloso enfatiza la capacidad de asombro ante una realidad que ya es de por sí maravillosa.

En este sentido, lo real maravilloso tiene una conexión más directa con las raíces culturales y religiosas de América Latina, especialmente con aquellas tradiciones que escapan a la lógica racional occidental.

Mientras que en el realismo mágico lo sobrenatural es parte intrínseca de la realidad, en lo real maravilloso, la realidad misma es tan rica y diversa que se percibe como mágica. Esta diferencia es clave para evitar la confusión entre los dos términos.

Además de Carpentier, otro autor destacado en el ámbito de lo real maravilloso es Miguel Ángel Asturias, cuyas obras como El señor presidente (1946) y Hombres de maíz (1949) exploran la cosmovisión indígena guatemalteca, donde lo sobrenatural y lo mitológico forman parte de la vida cotidiana de los personajes. O incluso Rosario Castellanos en obras como Balún Canán (1957) donde explora la vida y prácticas indígenas chiapanecas.

¿realismo mágico o real maravilloso?

A pesar de sus diferencias, los términos realismo mágico y lo real maravilloso a menudo se utilizan de manera intercambiable, lo que ha generado una serie de malentendidos en la crítica literaria. Esta confusión se debe en parte a que ambos estilos comparten una preocupación común: la representación de lo fantástico dentro de la realidad. Sin embargo, es fundamental reconocer que abordan esta representación desde perspectivas diferentes.

Uno de los principales problemas al usar estos términos indistintamente es la simplificación de la riqueza cultural y literaria de América Latina. Al catalogar una obra como realismo mágico cuando en realidad pertenece a lo real maravilloso, se corre el riesgo de perder de vista las particularidades culturales e históricas que informan su narrativa.

Por ejemplo, clasificar El reino de este mundo de Carpentier como realismo mágico podría llevar a una interpretación errónea de su intención de destacar lo maravilloso como una realidad inherente a la cultura caribeña.

La crítica literaria ha señalado esta problemática en diversas ocasiones. Esto se debe a que el concepto de realismo mágico ha sido utilizado de manera superficial para describir cualquier obra latinoamericana que incluya elementos fantásticos, sin tener en cuenta las diferencias culturales y estilísticas que lo separan de otras corrientes.

Críticos como Seymour Menton, por ejemplo, han subrayado la necesidad de una mayor precisión en el uso de estos términos para evitar la homogenización de la literatura latinoamericana. Asimismo, el folcklore que impera en libros de autores que no son latinoamericanos, como Salman Rushdie, José Saramago o Milan Kundera, ha sido catalogado dentro del término.

En resumen, el realismo mágico y lo real maravilloso son dos estilos literarios que, aunque comparten elementos en común, abordan lo fantástico desde perspectivas distintas. Al respetar las particularidades de cada estilo, podemos evitar simplificaciones y reconocer la riqueza y diversidad que caracteriza a las narrativas de nuestro continente.

En última instancia, tanto el realismo mágico como lo real maravilloso nos invitan a redescubrir lo extraordinario en lo ordinario, y lo hacen desde una perspectiva profundamente arraigada en la identidad cultural de América Latina.