Oscar Wilde (1854-1900) es uno de los nombres más reconocidos en la literatura universal, con clásicos que no pueden faltar en ninguna biblioteca, como 'El retrato de Dorian Gray', 'El príncipe feliz' y 'El fantasma de Canterville', este último una de las mejores muestras de su ingenio y refinado sentido del humor, del que hablaremos aquí, a propósito del 170 aniversario del nacimiento del autor irlandés.

En esta historia, Wilde nos cuenta la historia de una familia estadounidense que decide mudarse a Canterville Chase, un antiguo castillo en Inglaterra, donde habita Sir Simon, un fantasma que no tardará en darse cuenta de cómo su antiguo poder de espantar a los vivos resulta inútil y hasta ridículo ante los nuevos inquilinos.

Terror victoriano vs Modernidad

Lo que bien podría tratarse de una clásica historia de terror poltergeist, pasa pronto a convertirse en una brillante sátira de las culturas inglesa y estadounidense, la primera por su añejo sabor a periodo victoriano, y la segunda por su pragmatismo con aires modernos.

El líder de la familia estadounidense, míster Hiram B. Otis, quien muy apropiadamente funge también como ministro de Estados Unidos, es quien decide comprar la mansión inglesa para mudarse con su familia, sin tomar importancia a las advertencias del dueño de la propiedad, lord Canterville, quien insiste en la existencia de un fantasma que turba la paz de los inquilinos desde hace generaciones.

El contraste entre la cultura inglesa y la estadounidense es uno de los aspectos centrales de esta historia, donde la familia Otis representa el espíritu moderno del Estados Unidos decimonónico, con una actitud práctica donde el terror gótico y las supersticiones de la antigua Europa no tienen lugar.

Apenas llega la familia norteamericana al castillo, el aire se ensombrece y adopta la estética del terror clásico. Tras ser recibidos por la ama de llaves, notan una mancha de sangre en el piso del salón de la mansión. Les advierten que se trata de la sangre de la mismísima lady Eleanore de Canterville, a quien su esposo Sir Simon dio muerte en 1575, y que por lo demás era imposible limpiar la mancha. Washington Otis, el hijo mayor, responde calificando la historia de "tonterías" y recomienda quitarla con el "limpiador incomparable del 'campeón Pinkerton'", como si de un comercial de televisión se tratara.

Poco después, el fantasma, que encarna elementos del terror clásico al fungir como la típica alma en pena que busca venganza espantando a los mortales, se ve desconcertado desde su primer intento por infundir miedo en los estadounidenses, pues cuando mister Otis se lo topa con su aspecto terrible arrastrando sus cadenas por un pasillo, se limita a pedirle que engrase las cadenas para hacer menos ruido, e incluso le brinda un producto estadounidense para dicho fin.

La indiferencia de los nuevos inquilinos a su legendaria capacidad de aterrorizar, que se remontaba a tres siglos de generaciones, despierta la indignación en Sir Simon, quien a medida que sigue intentando espantar a los Otis, es víctima de más indiferencia y hasta burlas por parte de los gemelos que no tardan en 'agarrarlo de torta' con todo tipo de bromas, lo que solamente aumentaba su frustración.

Desesperado por sus fallidos intentos, Sir Simon concluye que la familia estadounidense se encontraba sumida en un "plano inferior de vida material y era incapaz de apreciar el valor simbólico de los fenómenos sensibles". Poco después, desiste de todo intento por infundir miedo en los nuevos inquilinos.

Terror revertido en compasión

Además de retratar diversos aspectos de la rivalidad entre la aristocracia inglesa y la "sencillez republicana" estadounidense, Oscar Wilde termina por revertir el terror clásico mediante la sátira y la ironía, de manera que el fantasma que inspiraría miedo termina por causar lástima y compasión en los lectores. Este es otro aspecto que resaltar en la historia, ya que nos muestra una faceta más cercana a la ternura como rasgo humano.

Por último, la redención de Sir Simon con ayuda de Victoria Otis, la hija del ministro, quien le ayuda a encontrar el descanso eterno que su alma necesita, pone fin a los tres siglos de existencia del fantasma, lo que bien podría interpretarse como una analogía del auge y caída de la Inglaterra victoriana, desplazada por la incipiente potencia mundial en que se convertiría Estados Unidos.

'El fantasma de Canterville' no sólo es una de las obras más célebres de Oscar Wilde, quien con su agudo sentido del humor vuelve la lectura una experiencia divertida y estimulante, sino que además se trata de un cuento que, a 170 años del nacimiento del autor, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la comprensión y el respeto como parte esencial de la condición humana, un camino necesario para superar las barreras impuestas por las diferencias culturales.