La muerte de los que nos rodean es un evento inevitable y que se vive varias veces a lo largo de nuestras vidas. Es muy probable que los niños también tengan que enfrentarse al proceso del duelo antes de tener las herramientas suficientes para afrontarlo, ya sea por un familiar, un amigo, alguien cercano o incluso por sus mascotas.

Cómo viven los niños el duelo

Al igual que con todas las demás emociones, los más pequeños sienten y expresan de manera diferente lo que sienten ante la muerte de alguien más. De acuerdo con el Child Mind Institute, los hijos más pequeños probablemente ni siquiera logren concebir qué significa fallecer. Las conductas de algunos niños podrían llegar a ser confusas para los adultos, pero en realidad son parte natural del proceso: es previsible que parezca que no les importó la noticia, que pasen del llanto al juego en poco tiempo, o que se enojen con la persona que ha muerto.Según información recabada por el Centro de Psicología Madrid, existen algunas respuestas que son más comunes cuando un niño se entera del fallecimiento de alguien cercano: perplejidad, regresiones (como orinar la cama y chuparse el dedo), expresión del dolor a través del juego y miedo a morir. Todas estas acciones y reacciones tienen una explicación lógica: los niños todavía no han desarrollado completamente sus emociones y cogniciones, por lo que ven el mundo de forma más mágica, pero concreta a la vez. Al ser muchas veces incapaces de pensar en el futuro lejano, les cuesta trabajo concebir qué significa que alguien ya no va a volver a estar con ellos y creen que aparecerán repentinamente.

Qué hacer cuando un ni��o está en duelo

La forma en la que los niños van a vivir el duelo depende, sí en parte de su madurez mental, pero sobre todo de la forma en que los cuidadores les hacen saber la información y lo apoyan a lo largo del proceso. En primer lugar, hay que comunicar la noticia del fallecimiento. Lo más recomendable es no esperar a que el niño se entere por ver a otras personas llorando, sino informarles en un espacio tranquilo y seguro una vez hayan vuelto a casa de la escuela. No se debe dar información de más al momento de comunicar la muerte. Los niños naturalmente harán preguntas sobre las cosas que quieran saber y entonces se les puede ir respondiendo adecuando los datos a lo que pueden saber. En este momento también es necesario informar a las personas que los rodean que ha ocurrido una muerte cercana, como los maestros, para que sepan qué esperar de su conducta. Aunque los hijos pudieran parecer no estar afectados, hay que recordarles que está bien que se sientan tristes y que tengan confianza de acercarse a los adultos para pedir apoyo emocional. No hay que evitar que vea a los demás tristes: con el ejemplo aprenderá que está bien sentirse mal. Hay que utilizar lenguaje concreto, sobre todo con los más pequeños. Al decir “se nos fue”, “lo perdimos” o, en caso de las mascotas, “lo durmieron”, hará que los niños no tengan claro qué está sucediendo, si volverán, si se pueden encontrar o si ellos al dormir también morirán.

Prepararlos para el dolor

La mejor forma de ayudar a los niños a reconocer y lidiar con sus propias emociones es exponiéndolos a éstas. De esta manera se les puede explicar en un ambiente más calmado también para los adultos cuáles son los ciclos de la vida y qué significa que alguien muera. Este bello título te está esperando en este enlace.Acercarlos a materiales que explican cómo estamos todos unidos aunque ya no estemos físicamente juntos, así como a textos que pongan como ejemplos a otros niños que han pasado por lo mismo, los ayudará a comprender y saber cómo reaccionar. Da clic en este enlace para llevarte este títuloAlgunos de estos libros se pueden encontrar en nuestro catálogo, como The Invisible Web, con el que aprenderán de forma conmovedora que todos estamos conectados por un hilo invisible que trasciende espacios y tiempos; y I Miss My Grandpa, con el que aprenderán qué significa amar a alguien que ya no está ahí.