Antes de que los rugidos del T-Rex aterrorizaran la Isla Nublar, y mucho antes de que Michael Crichton escribiera Jurassic Park (porque sí, estas películas están basadas en libros), un escritor del siglo XIX ya había imaginado un mundo donde las bestias prehistóricas aún caminaban sobre la Tierra.

Arthur Conan Doyle es mundialmente conocido por haber creado a Sherlock Holmes, el detective más famoso de la literatura. Sin embargo, en 1912 escribió El mundo perdido, una novela que marcó un precedente en la ciencia ficción y en la representación de los dinosaurios en la cultura popular. En este artículo, exploramos la historia, el legado y la influencia de esta novela pionera que sentó las bases del subgénero de la “ficción de dinosaurios”.

El otro lado de Arthur Conan Doyle

El mundo perdido fue publicada en una época en la que el mundo occidental estaba fascinado con los descubrimientos científicos, las teorías evolucionistas y las expediciones a territorios remotos. En este contexto, Arthur Conan Doyle decidió crear al profesor George Edward Challenger, un protagonista que se alejara de la lógica fría de Sherlock Holmes. Este excéntrico y apasionado científico lidera una expedición al Amazonas con el objetivo de demostrar que en una meseta inaccesible sobreviven criaturas prehistóricas, incluidos dinosaurios.

La novela mezcla elementos de aventura, ciencia ficción y protofantasía. A diferencia de Holmes, Challenger es temperamental y extravagante, lo que permite a Doyle explorar otros tonos narrativos y jugar con la tensión entre ciencia y espectáculo.

portada de El mundo perdido de Arthur Conan Doyle

La historia comienza con el joven periodista Edward Malone, quien se ofrece como voluntario para una peligrosa expedición con la intención de impresionar a Gladys, la mujer que ama. Malone se une al profesor Challenger, al escéptico profesor Summerlee y al aventurero Lord John Roxton. Juntos viajan al Amazonas, donde descubren una meseta aislada del mundo moderno en la que sobreviven dinosaurios, simios gigantes y tribus peligrosas.

Este entorno perdido en el tiempo se convierte en el escenario perfecto para explorar temas como el conflicto entre ciencia y fe, el colonialismo implícito en las expediciones, y la lucha por la supervivencia en un mundo donde la lógica occidental se tambalea.

Cómo El mundo perdido puso los cimientos de Jurassic Park

La influencia de El mundo perdido se extiende hasta finales del siglo XX, cuando Michael Crichton publicó su libro Jurassic Park (1990). Aunque la premisa de Crichton se basa en la clonación de ADN de dinosaurios, el concepto de revivir a estas criaturas en un entorno cerrado y controlado claramente recuerda al mundo creado por Doyle. Ambos autores presentan científicos visionarios, dilemas éticos sobre el uso del conocimiento, y el eterno choque entre el deseo de dominar la naturaleza y la fuerza incontrolable de la vida salvaje.

Ambas historias giran en torno a un grupo de personas que se aventura en un territorio inexplorado y peligroso, enfrentándose a las consecuencias de su intromisión en un orden natural ancestral. La tensión, el suspenso y la constante amenaza de ser devorado por una criatura gigante son elementos presentes en ambas narrativas.

Escena de Jurassic Park

La versión cinematográfica dirigida por Steven Spielberg en 1993 convirtió a los dinosaurios en íconos culturales globales. Pero incluso en esa era de efectos especiales de última generación, el espíritu de Doyle seguía presente. De hecho, Crichton tituló la secuela de su novela The Lost World, como un claro homenaje a la obra original.

Una novela precursora de la ficción de dinosaurios

El mundo perdido es considerada una obra fundacional de la ficción de dinosaurios. Si bien autores como Julio Verne ya habían jugado con ideas similares en Viaje al centro de la Tierra (1864) —que también tiene muchas adaptaciones al cine—, Doyle fue el primero en establecer la idea del “ecosistema aislado” como refugio de criaturas extintas, una premisa que ha sido reciclada incontables veces desde entonces.

La novela fue adaptada por primera vez al cine en 1925, en una película muda que utilizó técnicas pioneras de stop motion para dar vida a los dinosaurios. Este hito marcó el comienzo de una larga tradición cinematográfica en torno a mundos perdidos y criaturas prehistóricas, lo que demostró el enorme potencial visual de la narrativa de Doyle.

Desde la publicación de la novela, el concepto de una región secreta en la que sobreviven criaturas extintas ha sido explorado por numerosos autores y directores. Obras como King Kong (1933) y sus múltiples adaptaciones y remakes, las muchas películas basadas en los libros de La tierra que el tiempo olvidó de Edgar Rice Burroughs, y la serie Terra Nova (2011), por mencionar algunas, toman como base la idea del “mundo oculto” y lo reinventan según su época y contexto.

Incluso en la actualidad los dinosaurios son parte importante de libros de ciencia ficción contemporánea como Invasión silenciosa del mexicano Jenaro Martínez donde integra a los gigantes prehistóricos junto a aliens y teorías de la conspiración.

Escena de Jurassic World

Asimismo, videojuegos como ARK: Survival Evolved o sagas como la gran franquicia de Jurassic World y su más reciente estreno Jurassic World: Rebirth continúan nutriéndose de la fascinación por los dinosaurios y los paisajes salvajes que Doyle ayudó a imaginar. Desde clásicos de serie B hasta producciones más ambiciosas, películas como One Million B.C. o incluso la Isla Calavera de King Kong beben directamente de esta fuente.

El mundo perdido y la dinomanía

Los dinosaurios, más allá de su valor paleontológico, se han convertido en símbolos de lo primitivo, lo imponente y lo desconocido. El mundo perdido contribuyó significativamente a lo que hoy podríamos llamar la "dinomanía", esa fascinación de adultos como de niños por los dinosaurios. Transformó a los dinosaurios de meros fósiles científicos en criaturas vivas, aterradoras y fascinantes, capaces de protagonizar las más grandes aventuras. Esta obra ayudó a cimentar la idea de que los dinosaurios podían ser un motor narrativo poderoso, capaz de generar emoción, terror y asombro.

Antes de Doyle, los dinosaurios eran en gran medida un tema para científicos. Pero también respondió a la fascinación de los victorianos por los mundos “exóticos” (fue en esta época cuando también estaban de moda las momias y las expediciones al antiguo Egipto). Con esta novela, el autor británico arrancó a los dinosaurios de las vitrinas de los museos de historia natural y las polvorientas páginas académicas para introducirlos en la conciencia popular como seres vivos y dinámicos. Los hizo temibles y, sobre todo, increíblemente emocionantes.

Esqueleto de dinosaurio

A pesar de su trascendencia, El mundo perdido a menudo queda a la sombra del detective más famoso de Conan Doyle o del coloso cinematográfico que inspiró. Sin embargo, su importancia como pionera de la ciencia ficción y como catalizadora de la fascinación por los dinosaurios es incuestionable. Es una novela que, a más de un siglo de su publicación, sigue siendo una aventura emocionante y relevante.

El mundo perdido es una novela que sentó las bases de un subgénero que sigue vigente en el cine, la televisión, los videojuegos y, por supuesto, la literatura. Sin ella, Jurassic Park tal vez no existiría como lo conocemos, y el cine de dinosaurios no tendría el mismo arraigo en la cultura popular. Si alguna vez te has maravillado con un tiranosaurio en la gran pantalla, recuerda que todo comenzó con una expedición literaria al Amazonas y un grupo de personajes dispuestos a desafiar lo imposible.