Los vampiros son una de las figuras más emblemáticas del terror, no importa si es literatura o es cine: ¡están por todos lados! A lo largo de la historia, hemos visto una evolución de este personaje que lo hizo adaptarse a todas las épocas en las que ha vivido. En este viaje a través del tiempo y la transformación, encuentra todas las facetas del más famoso chupasangre.

Vampir-a: el nacimiento de un misterio

El mundo vampírico vio sus inicios con distintas obras, pero una de las primeras y más reconocidas es Carmilla del irlandés Sheridan Le Fanu. Este relato se publicó por primera vez en 1871 con una mujer vampiro misteriosa y de alta cuna como la protagonista.

Con esta historia se comienza a vislumbrar un poco de lo que se convertiría en el arquetipo del vampiro y la literatura gótica: una persona enigmática, que vive en las penumbras, rodeada de castillos oscuros, y que posee una personalidad cautivadora e irresistible para los simples humanos.

La figura de Carmilla representó un parteaguas en la literatura, no solamente por su aura de misterio y terror, sino porque también abrió el tema de conversación hacia la diversidad sexual que resultaba un tabú en el siglo XIX: Le Fanu presentó una historia de amor entre las protagonistas donde había una conexión mutua, de reciprocidad y consentimiento.

La consolidación vampírica se dio en Transilvania

Casi treinta años después de la publicación de Carmilla, Bram Stoker lanzó a la luz su novela Drácula, cuya relevancia en la literatura y la cultura mundial es innegable. Desde su primera aparición hasta hoy en día, encontramos referencias de la historia del conde Drácula en casi todo el contenido vampírico de la literatura, cine y televisión.

Este personaje refuerza parte de los estereotipos que ya se habían visto en relatos como Carmilla: el misterio detrás de la figura vampírica, su deseo por la oscuridad y la seducción en su personalidad. Además, recalca la astucia que poseen estas criaturas de la noche para atraer y atrapar a sus víctimas, característica que se verá rescatada de una forma u otra en reinterpretaciones modernas de este personaje.

El conde Drácula es un personaje arquetípico y tradicionalista en sus modales, pero con ideas liberales en temas que son tabú como la sexualidad o el misticismo popular del cuál Stoker le otorga cualidades que lograron añadir más personalidad a este personaje inmortal y que autores modernos retomaron para la creación de sus propios vampiros.

Familia de sangre y por sangre

El mito de los sangre-adictos también lo podemos encontrar hasta en las familias más tradicionales de Inglaterra. En Los Radley del inglés Matt Haig, conocemos un lado distinto del mito vampírico: el familiar y tan cotidiano que hasta podría ser humano.

La novela corta de Haig cuenta la historia de los Radley, que parecieran una típica familia humana, ya que los padres han decidido vivir en abstinencia de la sangre para darles una mejor vida a sus hijos. En el transcurso de la novela podemos observar cómo se desenvuelve el autoconocimiento de Clara y Rowan, los adolescentes que están a punto de descubrir que no es que sean extraños, ¡es que son vampiros!

Está novela es un claro ejemplo de cómo a lo largo del tiempo, en algunos escenarios la figura del vampiro se ha domesticado para poder encajar y adaptarse al mundo moderno. El vampiro pasó de vivir en un castillo embrujado en Transilvania a una casa en los suburbios de Bishopthorpe, Inglaterra; de vivir seduciendo a sus víctimas, a adecuarse a las normas sociales para no sobresalir entre los humanos.

¿Pero qué tanto es posible que un vampiro se mezcle con los mortales sin que se desaten sus verdaderos instintos? Los Radley tendrán que averiguarlo de forma peligrosa.

El amor vampírico en el mundo moderno

En la historia de vida de este personaje de ficción, siempre se ha destacado la relevancia que tiene en temas de relaciones con personas humanas. Por esta razón, es que no es raro que años después de su creación, uno de los géneros en donde aparece con mayor frecuencia es en el del romance.

Si pensamos en el romance interespecie que más ha dado de qué hablar en la literatura en por lo menos la última década, tenemos que mencionar a la saga de Crepúsculo de Stephenie Meyer. Compuesta por cuatro libros y varios spin-offs, la publicación del primer libro y las películas adaptadas avivaron la fiebre vampírica que hasta ahora sigue más vigente que nunca.

A pesar de que el primer libro retoma mucho de otro clásico, Cumbres Borrascosas de Emily Brönte, los libros de Meyer se basan en la mitología del vampiro. Sin embargo, una de las más grandes diferencias es la personalidad del vampiro protagonista, Edward Cullen, que es mucho más tradicional y poco trata de explorar temas tabú, a pesar de estar situado en el contexto de principios de los dosmiles.

Con el paso del tiempo, y a partir de la creación de esta saga, se han publicado nuevas novelas que nos dan un vistazo a la posibilidad de explorar este tipo de relaciones interespecie. Siempre alimentando la fantasía de lo que podría ser de un ser que ha vivido tantos años y que tiene que adaptarse a la modernidad de vivir y amar.

Ejemplo de esto es la novela Mi Roomie Es Un Vampiro de Jenna Levine que cuenta la historia de una pareja humana-vampiro en donde la protagonista, Cassie Greenberg está buscando apartamento en la muy cara ciudad de Chicago y se encuentra con un personaje que duerme todo el día, vive de noche y habla como si hubiera salido del siglo XVI. ¡Es un vampiro y vivirán un tórrido romance!

La historia de Levine nos recuerda que, sin importar la época ni la especie, los vampiros desarrollan relaciones interpersonales porque la necesidad de crear lazos y comunidad no deja de existir aun para los inmortales.

Si quieres adentrarte más en las distintas facetas vampíricas, te recomendamos leer los libros de vampiros que mencionamos en esta nota, y quién sabe, tal vez encuentres tu próximo libro favorito.