Desde la infancia nos enseñan a encajar. A vestir "normal", a hablar "correcto", pero ¿qué es “normal”? ¿lo que hace la mayoría? ¿y qué pasa cuando nuestras pasiones no caben en ese molde?

¿Qué ocurre cuando preferimos perder horas en mundos imposibles, debatir sobre líneas temporales alternativas o emocionarnos con personajes que ni siquiera existen? Para muchos, ser friki o geek es una forma de resistir, de reclamar un espacio en un mundo que a menudo ignora lo diferente.

Este artículo es un homenaje a ese refugio compartido que encontramos en la literatura. A los libros que muchas veces nos hacen sentir más comprendidos que algunas personas. A las historias que nos salvan.

Porque, entre páginas llenas de dragones, androides, hechiceras y alienígenas, hemos encontrado comunidad, identidad y, sobre todo, un lugar al que pertenecer. Y ese lugar, aunque a veces tachado de raro o excesivo, es profundamente nuestro.

¿Qué significa ser friki o geek?

Los términos friki y geek, aunque a menudo se usan indistintamente, tienen orígenes y connotaciones ligeramente diferentes. Friki proviene del inglés freak, que originalmente se usaba de manera despectiva para referirse a personas con características inusuales o extraordinarias. Con el tiempo, el término evolucionó para describir a aquellos con un entusiasmo desbordante por temas específicos, a menudo relacionados con la ciencia ficción, la fantasía, los cómics o los videojuegos.

Geek, por otro lado, se asocia más comúnmente con un interés apasionado por la tecnología, la ciencia y el conocimiento especializado. Ambos términos, sin embargo, comparten un núcleo común: una profunda dedicación a un área de interés particular.

El sello de la identidad friki/geek es una pasión intensa y a menudo absorbente por un tema específico. Esta pasión puede manifestarse de diversas maneras, desde un conocimiento enciclopédico de la historia de los cómics hasta la capacidad de analizar intrincados sistemas de magia en novelas de fantasía, o la dedicación a dominar un videojuego complejo. No se trata solo de un interés pasajero, sino de una inmersión profunda que impulsa a los individuos a buscar conocimiento y conectar con otros que comparten sus pasiones.

Estas pasiones compartidas a menudo llevan a la formación de comunidades vibrantes y solidarias, ya sea en convenciones, clubes de lectura, foros en línea o grupos de juegos. Estas comunidades proporcionan un espacio seguro donde se puede expresar entusiasmo sin temor a ser juzgados, compartir conocimientos y experiencias, y celebrar la propia individualidad.

Es importante desafiar los estereotipos negativos que a veces se asocian con los términos friki y geek. Lejos de ser individuos socialmente ineptos o aislados, muchos frikis y geeks son personas creativas, inteligentes y apasionadas como cualquier otra. Sus pasiones a menudo los impulsan a desarrollar habilidades únicas, como la escritura, el arte, la programación o la capacidad de análisis crítico.

Desafortunadamente, todavía existe cierto estigma hacia quien se aficiona por algún tema considerado “raro” lo que deriva en violencia hacia la comunidad. Y si encima, a esto se la suma el machismo, obtenemos muestras de odio y violencia tan grandes como el gamergate, una oleada de acoso por parte de usuarios de redes sociales (en su gran mayoría hombres) hacia mujeres pertenecientes a la industria de los videojuegos, este fenómeno es explicado en detalle por la escritora de ciencia ficción Kameron Hurley en su libro La revolución feminista geek.

La atracción por la literatura de otros mundos

Pero ¿por qué los frikis/geeks se obsesionan principalmente con la fantasía y la ciencia ficción? Pues resulta que los extraordinarios mundos donde la magia es real, la tecnología desafía los límites de la física y las posibilidades son infinitas ofrecen un escape único de las limitaciones de la realidad.

Obras maestras como Crónicas marcianas de Ray Bradbury nos transportan a un Marte misterioso y evocador, El ciclo de Terramar de Ursula K. Le Guin nos sumerge en un mundo de archipiélagos y magia ancestral y La guerra de los mundos de H.G. Wells nos presenta una aterradora invasión alienígena que desafía la existencia de la humanidad. Estos mundos imaginarios nos permiten explorar lo desconocido y expandir los límites de nuestra imaginación fuera del mundo real.

Uno de los atractivos de la literatura friki/geek es el estímulo intelectual que brinda su atención meticulosa a los detalles en la construcción de mundos. Los autores crean universos complejos con sus propias reglas, historias, culturas y sistemas sociales.

La serie de La Primera Ley -inaugurada por La voz de las espadas- de Joe Abercrombie, sumerge a los lectores en un universo de intrigas políticas, luchas de poder y personajes moralmente ambiguos en un mundo de fantasía épica. Por su parte, la saga Fundación de Isaac Asimov construyó un imperio galáctico que abarca miles de años y millones de mundos, introdujo conceptos como la psicohistoria y una intrincada red de relaciones políticas, económicas y sociales.

Muchas de estas historias exploran temas de diferencia, otredad, y la búsqueda de aceptación, temas que tienen mucho que ver con las experiencias personales de sentirse "diferente" que a menudo enfrenta la comunidad friki/geek. Sin embargo, la creación de un léxico común, referencias culturales, y debates apasionados sobre los detalles de estos mundos, fortalece el sentido de comunidad. Muchos fans de Star Trek, por ejemplo, pueden hablar fluidamente en Klingon, un idioma ficticio creado para la serie.

Héroes marginados

Y es que cómo no obsesionarse con historias épicas donde los héroes y heroínas con frecuencia surgen del anonimato o la marginación. Muchos personajes de la literatura friki/geek resuenan profundamente con los lectores porque reflejan sus propias experiencias y aspiraciones.

Zan de Las estrellas son legión de Kameron Hurley, una guerrera implacable que encarna la resiliencia y la determinación a pesar de no recordar su historia; Luke Skywalker en Star Wars, el joven granjero que descubre su destino como Jedi, encarna el arquetipo del héroe reacio que supera la adversidad para salvar la galaxia; Dorothy de El maravilloso mago de Oz, una niña aparentemente ordinaria que es transportada a un mundo mágico donde se convierte en un símbolo del viaje del héroe y el poder de la amistad.

Estos personajes, a menudo marginados o incomprendidos, descubren su fuerza interior y su propósito e inspiran a los lectores a abrazar su propia individualidad y a luchar por lo que creen.

El nuevo auge de los mundos maravillosos

Dentro de todo este concepto, la literatura juvenil de fantasía y ciencia ficción bien podría ser la rama de las nuevas generaciones salida del concepto de ficciones frikis/geeks. Estas historias han conectado con una nueva generación de lectores que se identifican con las temáticas y los personajes, y que encuentran en la literatura un espacio para explorar su identidad, sus pasiones y su lugar en el mundo.

Algunos de los subgéneros más destacados incluyen la romantasía oscura, que combina la fantasía oscura con el romance, como se ve en Quicksilver de Callie Hart, la historia de Saeris Fane, una joven envuelta en un mundo de magia, secretos, conflictos fae y alianzas peligrosas.

La fantasía oscura, que explora temas más oscuros y maduros, como en La otra voz de la escritora mexicana Zaida Ríos que narra el viaje de Azul, un niño con la habilidad de oír el alma de las personas, a través de un mundo de misterio y fantasmas en busca de redención.

Y la ciencia ficción juvenil, que ofrece historias de futuros distópicos y tecnología avanzada, como en Los juegos del hambre de Suzanne Collins y Divergente de Veronica Roth. Además, el #Booktok de la red social TikTok ha revolucionado la forma en que se descubren y consumen libros, lo que ha creado nuevos fandoms dispuestos a obsesionarse con nuevas historias.

Universos hay en todos lados

La influencia de la literatura friki/geek se ha extendido por muchos medios. Numerosas novelas influyentes han sido adaptadas al cine, dando lugar a películas icónicas que han definido géneros y cautivado a audiencias de todo el mundo. Blade Runner, basada en la novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, es un hito del cine de ciencia ficción que explora temas de humanidad, tecnología y memoria.

Las películas de Crepúsculo, que adaptaron las novelas de Stephenie Meyer, llevaron la historia de romance sobrenatural a la gran pantalla y generaron un fenómeno cultural global que hasta redefinió el ícono del vampiro en la cultura popular. Sin mencionar la saga que ya es un hito de la cultura friki/geek, Star Wars, cuyo universo expandido abarca una amplia gama de medios, incluyendo novelas, cómics, videojuegos y series de televisión.

Un mundo aparte es el de los cómics. Con sus propias sagas épicas y personajes icónicos, ofrecen otro poderoso refugio y conexión para los frikis/geeks. Desde los superhéroes de DC Comics, como Superman y Batman, hasta los mutantes de Marvel Comics, como los X-Men, estas narrativas visualmente impactantes exploran temas de poder, responsabilidad, identidad y justicia.

En el panorama del entretenimiento moderno, los límites entre los diferentes formatos para las ficciones frikis/geeks se han vuelto cada vez más difusos. Los mundos literarios de la ciencia ficción y la fantasía se entrelazan con videojuegos, series de televisión, juegos de rol y otras formas de entretenimiento.

Series de televisión como The Witcher, basada en las novelas de Andrzej Sapkowski o The last of us, basada en el videojuego desarrollado por Naughty Dog han llevado estos mundos literarios y gamers a un público aún más amplio, lo que a su vez ha generado comunidades de fans aún más grandes.

Ser friki/geek ha dejado de ser, en muchos casos, motivo de burla o aislamiento, desafortunadamente, otras veces sigue siendo una forma de existir con dignidad en un mundo que nos pide constantemente que encajemos. Es construir identidad desde el entusiasmo, desde el conocimiento profundo, desde el amor por lo que otros consideran “raro”. La literatura friki/geek es un refugio, sí, pero también una trinchera desde la cual imaginar —y construir— otros mundos posibles.